Dos minutos no son suficientes para ganar un partido. Por mucho que sea en Segunda, de que enfrente estuviera el colista y de la diferencia existente entre una plantilla como la del Deportivo y la del Córdoba, un despliegue tan breve no sirve. Y eso que la victoria se le escurrió al conjunto blanquiazul en el descuento, cuando ya se las veía y se las deseaba para defender el marcador con dos jugadores menos por las expulsiones de Pablo Marí y Borja Valle. Por entonces ya había mostrado suficientes titubeos como para haber perdido su ventaja después de un partido gris, el peor que se le recuerda al equipo de Natxo González desde aquella triste visita a Alcorcón. Aquellos fantasmas parecían olvidados, pero afloran de nuevo tras un compromiso que deja también cierto hartazgo hacia los árbitros y la sensación de que se ha dejado escapar una buena oportunidad para acercarse a la cabeza de la clasificación.

Nada es lo que parece en esta categoría, tan indescifrable para sus protagonistas que un arranque prometedor del a priori favorito puede derivar de golpe en una pájara de órdago. Fue marcar el Deportivo y entrarle una tiritona que le duró prácticamente todo el partido. Cuando se quedó con nueve en medio de la indignación de Natxo González, también expulsado por el colegiado, ya había coqueteado con un marcador menos favorable del que tenía. El Córdoba atacó y disparó tanto a portería que convirtió a Dani Giménez en el más destacado entre los deportivistas. Fueron las intervenciones del portero, hasta cuatro de mérito, las que permitieron alcanzar los instantes finales con la posibilidad de lograr una victoria de manera inopinada.

Y eso que el Deportivo ya se había puesto por delante a los dos minutos después de un arranque brillante en el que ni siquiera permitió oler la pelota al Córdoba. Esa jugada inaugural en la que monopolizó el balón desembocó en una llegada de Saúl García por la izquierda y un centro tenso y por abajo hacia el corazón del área. Por allí llegaba Carles Gil, que intuyó que por su espalda se movía Quique González. El valenciano le dio una asistencia sin tocar el balón y el delantero amplió su idilio con el gol con el séptimo en su cuenta desde que arrancó el campeonato.

Una jugada y un ocasión para su máximo anotador le valieron al Deportivo para inclinar un compromiso que a partir de entonces se presentaba plácido para los blanquiazules. Ocurrió todo lo contrario porque el equipo de Natxo González se olvidó de todo aquello que en los últimos partidos le permitió dominar sus partidos e imponerse en la mayoría de ellos de manera convincente.

Chirrió especialmente un centro del campo al que ayer regresaba Vicente Gómez después de dos partidos ausente. Natxo escogió la opción a priori menos conflictiva para acomodarlo en el once y mandó de vuelta al banquillo a Edu Expósito a pesar de su meritoria actuación ante el Elche la semana pasada. Habrá que ver cómo lo interpreta el exfabrilista, al que su técnico había reclamado mayor participación para asomar la cabeza en el equipo y que igualmente se ha visto relegado a pesar de esa mejoría.

No fue el mejor partido de Vicente, pero tampoco de Álex ni Krohn-Dehli, incapaces de lograr que el Deportivo se arrogase el gobierno de un partido que el Córdoba fue inclinando cada vez más hacia la portería de Dani Giménez.

Tuvo que intervenir de manera sucesiva a dos disparos desde el fuera del área que no sirvieron para que el Deportivo despertase y buscase alternativas que le permitieran sacudirse el dominio de los locales. Quien más lo intentó fue Carles Gil, desasistido en un papel de mediapunta que necesita de la participación de los centrocampistas para generar espacios y crear peligro cerca del área.

Quien más le ayudó fue Carlos Fernández, espléndido una vez más para asociarse y descargar el juego bajando hasta el centro del campo. En el delantero hay también una alta dosis de trabajo que sin embargo ayer no encontró recompensa.

No cambió el panorama en la segunda mitad para los deportivistas, que veían como el Córdoba seguía acumulando oportunidades sin que se encontrara una respuesta. La situación se agravaría con una expulsión muy discutida de Pablo Marí. Entendía el central que el rival ya llegó trastabillado hasta su posición por una falta previa de Borja Valle, el siguiente castigado después de recibir un golpe y revolverse contra el colegiado.

Tendría que resistir con nueve el conjunto blanquiazul, ya sin Natxo González en el banquillo, también expulsado, pero aún tendría la posibilidad de ampliar la ventaja después de un saque en largo de Dani Giménez que pescó Carlos Fernández. No acertó el delantero y prácticamente en la última jugada del partido el Córdoba encontraría el premio a su insistencia después de un barullo dentro del área que hace al Deportivo dar un importante paso atrás.