Un pasó atrás dio ayer el Deportivo ante el Numancia y también en la clasificación. ¿Por qué? Alguien tendrá que explicarlo. Salió arrollador y con mando el equipo blanquiazul ante un adversario que pretendía protegerse de las primeras embestidas de los locales, pero la defensa que dispuso López Garai le resultó insuficiente para alcanzar el objetivo porque a los pocos minutos ya había marcado Edu Expósito -incluso pudo haberlo hecho minutos antes-. El plan A de los visitantes había desaparecido. Y también el de los deportivistas. O no. Quizás esa fuese la idea de los blanquiazules para dar el siguiente paso, que resultó decisivo. Ese paso atrás de cada partido que ayer conllevó, además, que el equipo saliese de los puestos de ascenso directo que había alcanzado hace un par de jornadas.

El equipo coruñés se impuso al Numancia con el balón, lo que le permitió jugar siempre en una mitad del terreno de juego, aquella que le corresponde defender al rival, y acosar la portería defendida por Juan Carlos. Hasta que llegó el gol de Edu. En ese momento el balón cambió de dueño. ¿Por qué? En estos casos uno siempre suele olvidarse del adversario y pensar que el equipo propio -el Deportivo- renunció a él; otros creen que el empuje del adversario también influye y mucho. Si existe renuncia, la pelota hace bien en entregarse a quien la mima (ayer el Numancia) y a premiar a quien la mima. Eso que el Deportivo obtuvo un premio grande con el segundo gol cuando ya los sorianos mandaban a través del esférico.

Al final pasó lo que tenía que pasar -algo que Natxo González ya veía, según dijo tras el partido- y el Numancia se llevó parte de los puntos que había en juego. A pesar de todo, tuvo el Deportivo la posibilidad de llevarse todo el botín, pero la falta de eficacia, como contra el Rayo Majadahonda, le impidió celebrar el día de su 112 aniversario como correspondía. El partido estaba decantando con dos goles de diferencia y jugando en Riazor; el rival insistía pero sin grandes oportunidades; pero el Dépor no sentenció. Al contrario, ofreció opciones que el rival no desaprovechó. Quizá confiado en la solvencia de Dani Giménez, pero el guardameta blanquiazul también puede errar alguna vez. Claro que a él, como a todos los porteros, se le ven más los fallos que a sus compañeros de arriba. Ayer, fallaron todos, sobre todo los del centro el campo y los que tienen que sentenciar. Todo por ese paso atrás que conllevó otro que afecta a la clasificación.