De accidente en accidente transita el Deportivo en su torcido camino hacia Primera, una meta cada vez más cuesta arriba por los resultados y por la clasificación, pero sobre todo por las sensaciones que transmite el equipo. Hace tiempo que no sabe a qué juega. Cambia el plan cada semana, muchas veces en función del rival, como anoche, y así es muy difícil encontrar una mínima regularidad imprescindible para aspirar a las dos primeras posiciones. Irreconocible Dépor, a años luz del que aplastaba a sus adversarios en Riazor en el primer tercio de la temporada. Ahora, en cambio, es un equipo empequeñecido, sin fútbol, sin ideas, al que solo el corazón no le basta para sacar los partidos adelante.

Se adaptó el Deportivo al Almería, y no al revés. Normal que los andaluces se sintieran mucho más cómodos. Y casi se llevan los tres puntos si llegan a aprovechar alguna de sus claras ocasiones, de sobra como para haber ganado en Riazor. Al final, un empate sin goles que le sirve de muy poco al Dépor, de nada tal y como está la clasificación por arriba.

Tras quince días sin competir, Natxo González dio un nuevo bandazo en su planteamiento. Dejó a Mosquera en la grada y apostó por Didier Moreno en busca de más músculo en el centro del campo para igualar en intensidad a un rival aguerrido como el Almería. Sin embargo, los visitantes ganaron casi todas las disputas ante un Dépor mal posicionado, con voluntad pero sin orden ni armonía. El colombiano fue una de las seis novedades en el once con respecto al anterior partido frente a la Unión Deportiva Las Palmas. Muchos cambios de golpe. Además de Didier, también entraron David Simón, Saúl, Borja Valle, Fede Cartabia y Christian Santos, que formó desde el inicio debido a los problemas musculares que impidieron a Quique González trabajar con normalidad durante la semana.

El Dépor tardó bastante en entrar de lleno en el partido ante un Almería superior y con las ideas muy claras desde el pitido inicial. Presión alta, descaro y mucha verticalidad tras cada robo. Dos minutos tardó Corpas en rematar al palo para demostrar que los andaluces no salían a verlas venir. También Iván Martos estuvo cerca de marcar en un tramo inicial de claro dominio visitante. Al Deportivo no le salía nada, incapaz de enlazar más de tres pases seguidos en campo contrario. Solo generó algo de peligro a balón parado, sobre todo desde el córner. Así llegó el cabezazo de Pablo Marí en el minuto 22 que pudo cambiar el guion del encuentro. Remató en inmejorable posición para anotar, pero el balón se perdió por encima de la portería de René.

Fue una acción aislada, porque el Almería siguió teniendo el partido donde más le interesaba. Cada vez que robaba la pelota daba sensación de peligro, al contrario que el Deportivo, que no era capaz de acabar las jugadas. Se nubló una y otra vez de tres cuartos de campo en adelante. Por ejemplo, David Simón, que eligió mal en el pase las dos veces que ganó la espalda a la defensa rival para llegar hasta línea de fondo. A falta de fluidez para asociarse, nadie en el equipo coruñés fue capaz de dar un paso al frente para echarse al equipo a sus espaldas. Ni Pedro, ni Fede? Ninguno. Solo brilló el de casi siempre, Dani Giménez, para evitar el 0-1 con una gran parada al filo del descanso.

Tras la reanudación el panorama siguió igual de gris para el Deportivo. Pudo marcar Pedro, de cabeza, pero el que más ocasiones generó volvió a ser el Almería, dos clarísimas de Corpas y otra del coruñés Juan Carlos. Natxo tardó en hacer los cambios, como de costumbre, y el arreón solo llegó en los diez minutos finales. El Almería, muy cansado, tuvo que recular y entre Vítor Silva y Nahuel le dieron más profundidad al Dépor. Hasta pudo marcar Domingos en plena locura final, con David Simón de lateral izquierdo y Pedro Sánchez en el carril derecho. Más bandazos. Hasta estrellarse.