Tres puntos y un once se llevó el Deportivo el pasado viernes de Los Pajaritos, donde con mucho sufrimiento se reencontró con la victoria para enterrar la racha negativa de dos meses y medio sin ganar. 75 largos días de bandazos y cambios continuos en el equipo sin resultados, antes con Natxo González al frente y también desde la llegada de José Luis Martí, quien para su tercera alineación se decantó por la lógica, sin piezas fuera de sitio. Debutó en el banquillo blanquiazul en Pamplona, donde situó de inicio a Edu Expósito en la banda izquierda, un rol que hizo sufrir al catalán, mucho más cómodo en su sitio, de mediocentro, que de mediapunta o interior. Contra el Extremadura tampoco funcionó el experimento de Vítor Silva, ni tampoco el de Didier Moreno. Ambos pasaron de ser titulares a quedarse fuera de la lista por decisión técnica para el partido de Soria, una cita trascendental en la que el Dépor, después de mucho tiempo en caída libre, volvió a dar cierta sensación de equipo solvente, primero para ponerse pronto por delante en el marcador y luego para saber sufrir con un jugador menos en la recta final hasta acabar amarrando los tres puntos.

Síntomas de recuperación apoyados, sobre todo, en soluciones lógicas salvo en el llamativo caso del lateral izquierdo, un puesto débil en el que sigue sin tener sitio Saúl, según Martí por decisión técnica. En las demás demarcaciones el técnico se limitó a elegir a los mejores, aunque condicionado por las bajas de dos teóricos titulares como Pablo Marí, que estaba sancionado, y David Simón, que no se recuperó a tiempo para Soria. Disponibles Carlos Fernández y Fede Cartabia, ambos formaron de inicio en un ataque cargado con más pólvora que nunca, con Quique González y Borja Valle también titulares para completar un 4-4-2 muy atrevido. Los cuatro en el once por primera vez en la temporada para darle al equipo más dinamismo, desequilibrio y remate.

El conjunto coruñés intentó armar ataques rápidos y apretó arriba al Numancia para tratar de robar la pelota lo más cerca de la portería contraria. Fue un Dépor mucho más vertical y punzante que en los últimos dos meses, sobre todo en una primera parte en la que se mostró muy superior al rival. No así en la segunda, condicionada por la rigurosa expulsión de Somma. Ahí todos remaron, se juntaron y supieron sufrir, un ejercicio de supervivencia en el que fue clave Álex, que regresó al once tras ver desde el banquillo el partido contra el Extremadura.