Quiero suponer que ahora hay gente sabia del mundo del fútbol recogiendo muestras para dentro de un tiempo corto publicar un informe detallado de por qué en la misma temporada hemos pasado de ser un desastre total a la perfección.

Lo de las vacaciones del ángel de la guarda me gusta, pero nos merecemos algo más científico, con claves universales por si nos volviéramos a ver en el caso.

19 jornadas seguidas sin ganar: récord absoluto, que engloba también el de partidos peor jugados, aunque esa ya sea una conclusión subjetiva.

Y de repente, 6 victorias seguidas que nos ponen en el camino del récord de 9 en la temporada de José Luis Oltra.

Y que nos han devuelto las ganas de hablar de fútbol, de mirar clasificaciones, la autoestima y la tediosa rutina de los fines de semana viendo partidos de los nuestros y de los rivales para hacer nuestros scoutings y echar nuestras cuentas.

¿Y todo gracias a Sabin?

Hombre, todo no.

Sabin Merino, llevaba solo 6 goles en las ligas profesionales de Primera y Segunda A, el último hacía tres años y pico.

La cifra es regular pero no mala porque en realidad Sabin Merino nunca había sido delantero centro, más bien interior o incluso hombre de banda.

Fernando Vázquez „hemos sido un poquito injustos con él, ¿a que sí?„ lo pone de delantero centro al día siguiente de llegar del Leganés y marcó un golazo de cabeza. Y lleva marcando en los 4 partidos en los que jugó, superando el récord de Bebeto aunque igual no es homologable, y sumando 4 victorias de 4, pleno.

Y Sabin Merino ha marcado goles de todas las facturas: por potencia, de suerte, en estrategia, en desmarque...

Uno con el pie y los otros tres con la cabeza.

Belaustegi era un vasco como Sabin y en los Juegos Olímpicos de Amberes en 1920 donde España ganó la plata, se midieron a los suecos, que suplían las carencias técnicas con corpulencia y derroche físico: unos bestias.

Belaustegi, que era mediocentro, se hartó de tanta tontería y le gritó a Sabino Bilbao: "Pelotón „pelota grande„ a mí, Sabino, que los arrollo".

Y Sabino Bilbao „que obviamente no era nuestro querido Sabin Bilbao del ascenso„ le pasó el balón y Belaustegi lo controló y se introdujo con él en la portería contraria dejando tirados por fuerza a tres defensas suecos más el portero.

El gol valió para ganar el partido y a partir de ahí, con esa jugada de Belaustegi, nació la mítica furia española.

Y con Sabin Merino „y con otros, que hay que ser justos„ regresó el Orgullo Deportivista.