Ver menos tarjetas amarillas, saber tratar con los colegiados, sobreponerse a las supuestas injusticias por arbitrajes a la contra. Víctor Mollejo aprende más allá de lo que es su relación con la pelota y con el equipo en este máster avanzado que está cursando en A Coruña. Su primer cometido es reducir el número de amonestaciones que está viendo desde que retrasó su posición al lateral. Sabe que es un jugador pasional, pero puede progresar en ese aspecto: "Yo soy así. No voy, ni quiero cambiar, pero sí mejorarlo, porque voy a casi amarilla por partido. Me perjudican y es algo que me fastidia un montón. Si fuese un pasota y me diese igual, eso sí sería malo. Fernando Vázquez habla mucho conmigo. Las he revisado (las jugadas en las que le amonestan) incluso en casa, me las pongo, porque es en lo que más estoy fallando últimamente. Son en parte culpa mía, pero también son muy rigurosas. El otro día vi que llevo seis faltas y cuatro amonestaciones", contextualiza.

El polivalente futbolista cedido por el Atlético está dando sus primeros pasos en el fútbol profesional y teme granjearse una fama de duro o de problemático con los colegiados, pero cree que todos deben ponerse en situación y hacer un análisis frío más allá de la fogosidad de los partidos: "Igual que cuando los árbitros no tienen su día, nosotros ya en frío lo entendemos, los colegiados también deben pensar que los jugadores, como yo, que recibimos más tarjetas amarillas, no tenemos nada en contra de ellos, simplemente es nuestro momento de la carrera o que el ímpetu por ayudar al equipo hace que estemos acelerados". Mollejo sabe que también debe mejorar su relación con los jueces sobre el terreno de juego y para pulir esos detalles se apoya en los capitanes , particularmente en Dani Giménez. "Intento aprender mucho de él. A veces te vas superfastidiado a casa y luego hablas con los compañeros y están supertranquilos y no le dan importancia ( a los arbitrajes). Ellos mismo me dicen que es un buen árbitro y que igual ha tenido un mal partido", asegura aprendiendo ya a relativizar esas situaciones.

"Me encanta el ambiente de Riazor, es mi rollo. Es una caldera, nos puede dar ese plus en los momentos de bajón". Controlando las emociones, Mollejo se dispone para la próximo batalla en el derbi ante el Lugo. Se mueve últimamente como pez en el agua en su estadio hasta junio, con su gente. Es consciente de lo que puede suponer ese empujón desde la grada, pero sin dar rienda suelta de manera descontrolada a las emociones. "El equipo va a saber llevar esa necesidad con tranquilidad, con calma. Vamos a salir a tope, pero que la necesidad no nos lleve a cometer errores", sentencia.

El ahora carrillero no notó bajón anímico en sus compañeros por el traspiés en Zaragoza porque antes las derrotas eran diferentes, las protagonizaba "un equipo al que le faltaba alma, una identidad clara". En ese sentido, está orgulloso de cómo se han levantado: "Demostramos que somos un grupo con ambición, con gente con carácter y que cuando se hunde, se viene arriba".

"Estoy encantado de ser chico para todo". En la selección sub 19 delantero o extremo derecho y en el Dépor, carrilero izquierdo, aunque en cualquier momento puede variar su posición. Él intenta adaptarse: "Cuantas más posiciones en el campo domines, más opciones de jugar tendrá un chico joven como yo. Sí es verdad que nunca me hubiera imaginado jugar en la posición en la que estoy ahora, pero sí estoy contento por cómo se está dando y porque el juego en ataque del equipo me favorece y estoy llegando muy cómodo aarriba. Cada partido te vas sintiendo más mejor y tienes más conceptos, sufres menos".