Esperpento, pero con emoción hasta el final y mucha profesionalidad. El Dépor nunca bajó los brazos, rebosante de orgullo, rabia y honradez, para acabar remontando un partido que nunca se debió jugar. Solo tendría sentido si se repitiese integra la última jornada para respetar así el horario unificado y reparar la adulteración de la competición cometida con el disparatado error del pasado 20 de julio. Ya no había nada por lo que luchar, solo por la dignidad, y el equipo coruñés derrochó amor propio para no contagiarse del paripé montado desde LaLiga. Cumplió con su obligación de presentarse para no perder definitivamente el único partido que realmente le quedaba por jugar, el de los despachos, pero no de cualquier manera. Lo hizo con gente de sobra. Nada más y nada menos que 19 en la convocatoria definitiva para sorpresa de LaLiga y del propio Fuenlabrada, que viajó a A Coruña en cuadro, con los justos, al límite de la alineación indebida. Con solo siete del primer equipo, el mínimo para competir, y únicamente dos recambios en el banquillo, el conjunto de Sandoval afrontó el encuentro con el único propósito de sumar el punto que le hacía falta para asegurarse la plaza de play off. Pronto se encontró con un gol a favor que durante muchos minutos le hizo acariciar la fase de ascenso, pero todo se le derrumbó al final. Murió en la orilla, con los dos goles in extremis de Beauvue, el 2-1 definitivo en el 95 y de penalti, como más duele. Lágrimas en el Fuenlabrada y sensación de deber cumplido en el Deportivo, que pese a empezar perdiendo no se tomó el duelo como lo que realmente era, una pachanga de verano.

Un encuentro de mentira, evidente con solo echar un vistazo a las alineaciones, sobre todo a la del Fuenlabrada, con un portero de Regional y varios jugadores fuera de sitio. Tenían que cuidarse mucho los madrileños para no incurrir en alineación indebida, porque cualquier expulsión o lesión de alguno de sus siete futbolistas con ficha profesional significaría automáticamente su derrota.

El Dépor podía encarar el encuentro con el único ánimo de comparecer, pero eligió competir. Todos muy metidos en el encuentro, el que más Aketxe, que apenas tardó un minuto en ver tarjeta amarilla por un manotazo a un rival. Bromas, las justas. El vasco se echó al equipo a sus espaldas y apareció en todas partes para liderar los ataques, especialmente por el flanco izquierdo, donde encontró en Salva Ruiz un buen compañero para llegar a línea de fondo y meter buenos centros. Esa fue la vía que más veces exploró el Dépor para buscar el empate tras el tempranero tanto de Pathé Ciss. El senegalés se aprovechó de un mal despeje del debutante Jovanovic para abrir el marcador a los 11 minutos.

Sin hacer ningún mérito, el Fuenlabrada se encontraba con el partido, y el play off, de cara. Pero nadie en el Dépor bajó los brazos. Todos siguieron intentándolo, sin un ritmo alto en su juego ofensivo, pero tratando de ofrecer la mejor imagen posible. Era complicado teniendo en cuenta las circunstancias, sin ningún objetivo clasificatorio por el que pelear y después de la humillación de tener que regresar en un tiempo récord por el habitual ordeno y mando de LaLiga, que el pasado 26 de julio llegó a anunciar la suspensión definitiva del encuentro de Riazor y, de paso, que el Elche jugaría el play off. Los ilicitanos estuvieron ayer casi todo el partido fuera de la fase de ascenso, pero el doblete de Beauvue les devolvió la sexta plaza. ¿Cómo habrían reaccionado desde el Martínez Valero si el Dépor no llega a completar la remontada? Da que pensar.

Con solo dos cambios disponibles, al Fuenlabrada se le hizo muy largo el partido tras el descanso. Acabó defendiendo por acumulación los ataques del equipo coruñés, cada vez más envalentonado y punzante tras la entrada en el campo de Mollejo y Vallejo. El andaluz fue un puñal por la banda derecha y protagonizó varias acciones de mérito. Sabin Merino fue el que conectó más remates, de sobra como para haber anotado, pero le faltó precisión. Igual que a Borja Valle con su cabezazo alto a la salida de un córner.

El Fuenlabrada achicaba balones y al Dépor se le agotaba el tiempo. Pero no le entraron las prisas. Siguió insistiendo e insistiendo con Aketxe especialmente motivado por amargarle el play off a los madrileños. El joven portero Ruvira pifió al despejar un centro del vasco y el rechace golpeó en el cuerpo de Beauvue para nivelar el marcador. Los deportivistas corrieron a por el balón para que se sacara pronto de centro. Querían más. Quedaban seis minutos escasos, tiempo suficiente para hacer un último esfuerzo.

Mollejo, de cabeza; Keko, con un disparo demasiado cruzado; y el propio Aketxe rondaron el gol antes de la jugada que decidió el partido. Mano tonta dentro del área visitante, de las que el VAR no perdona. Penalti claro que Beauvue se empeñó en lanzar, quitándole el balón al primer especialista, Aketxe. Otro esperpento que no hubo que lamentar porque el delantero acertó desde los once metros. El Deportivo remontó contra la injusticia, aunque para reparar de verdad el daño sufrido aún deberá esperar. Dos vías tiene abiertas: liga de 24 o descenso administrativo del Fuenlabrada, que de momento sigue en Segunda. No jugará el play off. Lo hará el Elche, que tras el resultado de ayer en Riazor no tendrá que alzar la voz. La del Dépor tiene que ser escuchada. Es de justicia.