Más de lo mismo. O parecido. Poca mejoría, más bien ninguna mostró el Deportivo en su reestreno para la segunda vuelta del campeonato a las órdenes del debutante Rubén de la Barrera. Quiso ser dominador desde el arranque, como quiere el nuevo técnico, pero solo lo consiguió en ese tramo inicial, apenas veinte minutos. Poco a poco se fue diluyendo ante un Salamanca que acabó el partido en el área contraria, no en la propia. Cierto es que el Dépor llegaba con muchas bajas y tuvo que remangarse en un campo en pésimas condiciones, pero enfrente estaba el colista no solo del grupo sino de la categoría, con solo tres puntos, cuatro con el de ayer. La teórica diferencia de potencial no se reflejó en el terreno de juego, donde ambos combatieron con sus armas y ninguno mereció más que un empate. El punto suma muy poco para el equipo coruñés, que se complica el objetivo de pasar el primer corte. Solo hay tres billetes para seguir peleando por el ascenso a Segunda y el Dépor camina peligrosamente sobre el alambre, sin apenas margen para más tropiezos.

De la Barrera, que dejó a Rui Costa en el banquillo y apostó por Adri Castro como principal referencia ofensiva, plantó dos líneas de tres por delante de los cuatro defensas con la intención de asociarse mucho en campo contrario e intentar llegar arriba con bastante gente a las posiciones de remate. Pero al Dépor le volvió a faltar rapidez a la hora de iniciar las transiciones ofensivas. Tocó demasiado despacio, facilitando que el Salamanca se ordenara y no perdiera nunca el sitio, y de tres cuartos de campo en adelante echó de menos lo que no tiene: imaginación y desequilibrio. Falta un centrocampista creativo capaz de marcar diferencias superando líneas o dando ese último pase. Simplemente, no lo hay. Difícil reconstruir así para parecerse a lo que quiere De la Barrera.

El Dépor consiguió que se jugara a lo que él quería en unos primeros veinte minutos más que decentes, buenos. En esa fase el Salamanca se limitó solo a defender. Sin sufrir demasiado atrás, pero recurriendo en exclusiva a los pelotazos a Uxío para sacudirse el claro dominio visitante. La esperanzadora puesta en escena se quedó solo en eso, en una declaración de intenciones. Nada más. Buenos propósitos sin continuidad, porque poco a poco el partido se fue igualando y el Salamanca lo condujo hacia el terreno que más le convenía, el de los duelos individuales, los balones divididos y la traicionera superficie del estadio Helmántico, sobre todo en el área visitante en la primera parte. Una auténtica tortura para Carlos Abad y sus zagueros por tener que defender sobre una superficie helada, prácticamente una pista de patinaje. Ese hándicap lo aprovechó el Salamanca para colgar balones y buscar disparos de cualquier forma con los que intentar sorprender a Abad. El Dépor, en cambio, apenas chutó a esa portería tras el descanso, solo con un tirito lejano de Adri Castro, el único entre los tres palos en todo el choque.

En realidad el equipo coruñés no fue capaz de generar ninguna ocasión clara de verdad en todo el encuentro, ni una sola. Se esperaba mucho más de los dos que volvían, Lara y Galán. Solo destellos desde las bandas, casi siempre a demasiada distancia del área. Un centro lejano del andaluz se convirtió en un caramelo para Adri Castro gracias a la salida en falso del portero Barbero. El fabrilista se anticipó al guardameta y logró conectar un cabezazo que se perdió por encima de la portería. Avisaba el Dépor y respondía el Salamanca con buenas contras desde las bandas, sobre todo por la izquierda, la de Ernest. Por poco no llegó Javi Navas a un centro del ghanés. También Casado se sumó a las posiciones de remate para acariciar el gol tras una jugada embarullada en el área del Deportivo, de más a menos y cada vez más preocupado de defender a medida que iban pasando los minutos.

El Salamanca ya se había sacudido el dominio cuando Adri, superada la media hora de juego, recibió un balón a la espalda de la defensa pero no pudo disparar. Tampoco Lara, que optó por buscar a Borges con un taconazo en vez de intentar el remate. La defensa evitó que chutara el costarricense, mucho mejor físicamente que al inicio de temporada pero todavía lejos de su teórico nivel. Poca claridad, la suya y la del resto del equipo, en el que solo Mujaid y Álex, los de casi siempre, mantuvieron el tipo.

Tras el descanso el Salamanca atacó más y mejor. A su manera logró que el Dépor diera definitivamente un paso atrás y espaciara cada vez más sus aproximaciones a la portería local. Muy pocas y sin apenas peligro. Llegó más veces el conjunto charro, primero por mediación de Amaro y Llorente, y luego con una falta lanzada por Molina que se envenenó tras botar sobre el césped. Con apuros desvió a córner Carlos Abad, especialmente impreciso con el balón en los pies. En la otra portería apenas tuvo que intervenir el meta Barbero, solo para atajar un disparo lejano de Adri.

Llamativos los cambios de Rubén de la Barrera, que situó a Derik de lateral para adelantar la posición de Valín y luego retiró a un delantero, Adri Castro, para dar entrada a Nacho González. El uruguayo es un quiero y no puedo, el mejor ejemplo de lo que, de momento, es este Deportivo. Mucho trabajo por delante para el técnico coruñés. Por lo visto ayer en Salamanca, la mejoría que buscaba todavía está por llegar. Le ayudará la recuperación de los lesionados, hasta siete para el partido de ayer, pero el campeonato ya superó su ecuador y no espera por nadie. El Zamora y el Racing de Ferrol ganaron, mientras que el líder, Unionistas, sumó en el campo del Compos, el próximo rival del Dépor. Una auténtica final, tal y como está de apretada la clasificación. La primera de las ocho que faltan.