Keko Gontán, durante el partido de ayer en Barreiro. | // RCD

El mejor Dépor de la temporada afloró en Barreiro, donde desplegó gran parte del amplio repertorio que se le presuponía cuando empezó el campeonato. Cinco meses largos, interminables, para armar un equipo con mayúsculas: valiente en la presión, solidario en los esfuerzos, mandón con la pelota, dinámico, vertical y con mucha pegada, personalizada en la figura de Miku. El venezolano selló con sus tres goles un último billete para seguir soñando en la jornada final con auparse al podio del subgrupo y meterse en la pelea por el ascenso, algo que parecía imposible tras la derrota en Ferrol. La carambola sigue siendo complicada, realmente difícil, pero el Dépor, más allá de la oposición que ocupe cuando termine la liguilla, demostró frente al Celta B que tiene mimbres para hacer más, muchísimo más de lo que venía ofreciendo hasta ahora.

Apenas diez segundos tardó Miku en culminar el primer ataque. Bóveda peinó de cabeza el envío largo tras el saque inicial y el delantero remató con potencia al lateral de la red. Fue toda una declaración de intenciones, porque el Dépor salió a por el partido con un hambre voraz, como nunca se le había visto esta temporada. Esta vez no salió a verlas venir. Al contrario, adelantó la línea de presión para incomodar al Celta B y robar el balón lo más cerca posible de la portería contraria para armar ataques muy rápidos y verticales. El plan exigía un despliegue físico enorme y todos lo entendieron. Nadie se ahorró un solo esfuerzo. Normal que al filial celeste le costara entrar en el partido. Aun así tuvo alguna opción para adelantarse, la más clara un cabezazo de Manu Justo libre de marca. Su testarazo, picado, murió manso en las manos de Lucho.

El gran arranque del Dépor fue un anticipo de todo lo que vino después. Desde el comienzo dominó con claridad y tardó menos de media hora en plasmar en el marcador su superioridad. El 0-1 nació de un robo de Álex, que volvió a dar un auténtico recital no solo en campo propio, sino también en el contrario. El coruñés participó en los tres goles, en el primero recuperando la pelota y filtrando un pase al espacio para la carrera de Keko, cuyo centro medido al segundo palo fue un caramelo para Miku. De cabeza anotó el primero el venezolano (m.25), otro de los destacados no solo por sus tres goles, sino también por su participación en el juego y su trabajo. Parece otro. Más atlético, más entero, más en forma. En realidad, todo el Dépor dio un paso al frente desde el punto de vista físico. Más disputas ganadas, más ayudas, más intensidad, más velocidad con y sin balón… En definitiva, lo que requiere una categoría como la Segunda B.

El guion del partido habría sido distinto si cuatro minutos después del 0-1 llega a entrar el remate de Solís a la salida del córner. Lo impidió el poste, tantas veces enemigo del Dépor y en esta ocasión aliado. El susto no echó atrás al equipo coruñés. Siguió igual de valiente, robando la pelota muy arriba y generando muchas llegadas, sobre todo gracias a la sociedad que formaron Keko y Miku. El madrileño, mermado por las lesiones durante buena parte de la temporada, vuelve a ser ese futbolista diferencial que ya destacó en las primeras jornadas. Cuando interviene, da la sensación de que puede pasar algo diferente. Unas veces para superar líneas, otras para asistir a los compañeros, o incluso para acabar él mismo las jugadas. Siempre saca algo positivo, como el penalti que provocó justo antes del descanso y que Miku transformó en el 0-2. El Deportivo no marcaba más de un gol desde el agónico triunfo de la jornada inaugural frente al Salamanca. En Barreiro se fue a la caseta con dos tantos de ventaja y con 45 minutos por delante para optar por el camino del sufrimiento, limitándose solo a defender, o bien por el de la personalidad, manteniendo esa presión alta y buscando con convicción el tercero.

De la Barrera eligió esta segunda vía, la de equipo grande, lo que quiere ser el Dépor en lo que resta de temporada. Onésimo, condicionado por las bajas, reaccionó buscando soluciones en el banquillo pero las mejores ocasiones siguieron siendo visitantes. Miku, Uche y Raí, los tres de cabeza, estuvieron cerca de ampliar la ventaja. El Celta B era un querer y no poder, sin acabar de encontrar vías por las que superar a la ordenada defensa coruñesa. El Deportivo no sufría atrás y se sentía cómodo con la pelota. Tanto, que Raí se atrevió a inventarse una genial asistencia para que Miku completara su triplete con un potente disparo, imparable para Álvaro (m.64).

Partido sentenciado y golaveraje particular ganado pese a los intentos del Celta B por maquillar la goleada. Manu Justo, con un disparo lejano muy desviado, fue de los pocos futbolistas celestes capaces de acabar una jugada en una recta final plácida para el Deportivo. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan a gusto en el campo, incluso llegando a disfrutar pese al gran derroche físico.

Entre Álex, Villares y Uche siguieron dominando con claridad en la línea medular y tiraron de todo el equipo hacia arriba para defender con la pelota hasta la conclusión. La lesión de Héctor fue la única mala noticia de una mañana en la que el Dépor ganó mucho más que tres puntos. Al margen del contundente resultado, la victoria en Barreiro debe marcar un punto de inflexión en la temporada, sea cual sea el objetivo por el que tendrá que pelear el equipo coruñés tras el desenlace de esta primera liguilla. De momento, la llama de la esperanza sigue encendida, igual que para Unionistas, Celta B, Compos y Racing de Ferrol. El Dépor no depende de sí mismo pero se ganó el derecho a seguir soñando tras una actuación sobresaliente de todo el equipo a hombros de Álex, Miku y Keko.