Todo parecía ir rodado para el Dépor de Borja Jiménez y pronto llegó el primer aviso. Y lo hizo donde casi siempre en los últimos veranos coruñeses. El Bergantiños fue un año más el encargado de bajar a la tierra al proyecto blanquiazul, de recordarle que le quedan un mundo de sufrimiento y, sobre todo, de crecimiento y trabajo si en un año desea estar celebrando el regreso al fútbol profesional. El Dépor fue incapaz de imponer ni su modelo de fútbol ni su pegada ante un Bergantiños que quiere la pelota, que sabe lo que hace y que dará muchos sustos a los gigantes de la próxima 2ª Federación.

Juergen Elitim intenta controlar el balón ante la presión de varios jugadores del Bergantiños. | // RCD

Hace doce meses, precisamente, la incomodidad del Dépor en su amistoso en Carballo fue la primera señal de la alerta de los males que arrastraría el equipo coruñés en el primer tramo de temporada y, con ese antecedente, el test de As Eiroas siempre tiene relevancia. Subía un peldaño la exigencia para el grupo de Borja Jiménez y al Dépor le costó ser protagonista con la pelota, construir desde atrás y adelantar líneas. Siempre estuvo más suelto aguijoneando tras recuperar que elaborando en el primer acto. No era lo que quería, tampoco se le dio nada mal en ese tramo. De hecho, tuvo las mejores ocasiones ante un Bergantiños de menos a más que, en torno al ecuador de ese primer tiempo, ya sí se encontraba por fin a gusto sobre el césped y se dispuso a poner prueba de verdad a los coruñeses. Centrales abiertos, salida desde atrás de los locales. Sin miedo, creyendo. Y justo en ese momento de crecimiento, llegó el tanto blanquiazul gracias a la conexión Miku-Quiles, que huele a dinamita y promete tardes de diversión en Riazor. El onubense, pichichi y revelación del verano, no falló. 0-1. Fue un golpe para el equipo de Lemos, que no varió el guion y obtuvo el premio al borde del descanso. Un fallo en cadena de la cobertura, iniciado en Trilli, tras un saque de esquina posibilitó una contra del Bergantiños. Uxío hacía el empate, no celebraba. Llegaba el descanso con motivos para agitar el equipo.

Los primeros minutos del Dépor, tras la reanudación, fueron esperanzadores. Tenía más dinamita arriba con la entrada de Keko y el debut de Borges y había ganado en claridad en la creación con la inclusión de Calavera y Villares y la salida de Álex y Granero. Todo se empezó a desmoronar con la cabalgada y el misil de Escobar a la red. 2-1. Las prestaciones del Bergantiños en estático habían sido muy buenas y ahora hacía aún más daño con espacios. Estuvo más cerca el 3-1 que el 2-2, aunque el Dépor también adoleció de claridad y pegada. Primer día de inquietud, toca redoblar esfuerzos y trabajo en un proyecto aún con mucho por pulir.

“A nadie le gusta perder, pero el resultado es anecdótico”

Ian Mackay defendió la portería del Dépor en los primeros 45 minutos y no tuvo excesivo trabajo más allá de un par de escarceos y el gol de Uxío casi al descanso. El canterano, a unos días del anhelado regreso a Riazor que lleva esperando tres lustros, restó importancia a la derrota, que enmarcó en el contexto de una pretemporada cargada de trabajo y dedicada a las correcciones y al crecimiento futbolístico y físico del grupo. “Somos exigentes y a nadie le gusta perder, pero lo importante es cargar piernas y mirar al primer partido de Liga. Firmo perder aquí y lograr el ascenso. El resultado es lo de menos, anecdótico, porque pruebas gente y cosas. Hay que corregir los errores que tenemos y reforzar otros conceptos”, asevera. Al equipo, entiende, le pudo pesar también le revolución que se ha acometido en la plantilla y el necesario periodo de aclimatación que requiere un grupo muy remozado. “Somos muchos jugadores nuevos y hace falta rodaje para conocer a los compañeros y es el tercer partido de pretemporada”, asegura quien está “deseando que llegue el Teresa Herrera” para ponerse de nuevo bajo palos, en casa, y ante la Ponferradina, un equipo con el que subió a Segunda.