La última vez que el Deportivo visitó Las Gaunas, Borja Jiménez tenía 12 años y Juergen, William, Valín, Soriano, Calavera, Noel y Trilli aún no habían nacido. Fue el 20 de abril de 1997 y el equipo coruñés, entonces dirigido por Carlos Alberto Silva, ganó 1-2 gracias a un doblete del mismísimo Rivaldo. Aquel viejo Las Gaunas —el actual se construyó muy cerca, a unos cien metros del original— se le dio especialmente bien al Dépor en sus últimas visitas. Las cuatro más recientes, todas en los 90, se saldaron con victoria. Para la historia quedó el 0-2 en la penúltima jornada de la campaña 1993-94, la del fatídico penalti de Djukic. El Superdépor tenía que vencer al Logroñés de Carlos Aimar para llegar al partido definitivo ante el Valencia dependiendo de sí mismo para ser campeón de Liga y Donato, de falta directa a la escuadra, abrió el camino de aquel triunfo tan crucial redondeado luego por Manjarín.

“El partido ya estaba bastante avanzado y teníamos que ganar como fuera para que el Barça no nos adelantara —recuerda el hispanobrasileño—. Íbamos 0-0, salió esa falta y la clavé. Fue uno de los goles de falta más bonitos que marqué y muy importante porque nos dejaba con la esperanza de ganar en la última jornada para ser campeones. Luego todo el mundo sabe lo que pasó”.

Su “gol en Las Gaunas”, una de las frases radiofónicas más famosas de la historia de las retransmisiones futbolísticas en España, lo cantó A Coruña entera en un estallido de júbilo, solo comparable al de los 6.000 aficionados blanquiazules que lo festejaron desde las gradas de Las Gaunas. Tras el triunfo se veían campeones. Arsenio y sus jugadores, aún no. Sabían que faltaba lo más difícil, rematar la faena, y el sueño de conquistar la Liga se acabaría esfumando. Tuvo que posponerse seis años, hasta 2000, también con Donato como uno de los grandes protagonistas.

Ahora es otro Las Gaunas y también un rival diferente tras la desaparición del Club Deportivo Logroñés. Ya no hay solo un equipo en la capital riojana, sino dos, la SD Logroñés, que ya empató en Riazor esta temporada, y la UD Logroñés, a la que el equipo de Jiménez se enfrentará el domingo. “Siempre fue un sitio que me gustaba mucho para viajar. Allí debuté en Primera con el Atlético en 1988, con Irureta de entrenador del Logroñés. Me dio mucha pena que desapareciera después de los jugadores que ha tenido”, lamenta Donato, convencido de que el Dépor, que compite dos categorías más abajo que entonces, está en el camino correcto para ascender: “Parece que ha hecho un buen bloque y el entrenador está haciendo un muy buen trabajo. Ojalá siga así. Es fundamental subir lo más pronto posible”.