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Como un trago a medio pasar. Ni para arriba ni para abajo.  Un partido que apuntaba a paseo por ese fútbol arrollador del primer tramo acabó convirtiéndose en un vía crucis para el Dépor. Completó todas las estaciones ante el Talavera, sudó, se revolvió y pudo domarlo con un Mackay inconmensurable, incluso con Miku fallando un penalti. Fue una mañana revirada en la que los coruñeses se cavaron su propia tumba al desconectarse ipso facto y de manera profunda tras el 1-0. Le sostuvo su portero y una incisión táctica en las postrimerías del encuentro. Tres puntos y un aviso de lo que le espera en lo que queda de liga.

Ni el Dépor desmelenado ni el Dépor de la contención. Ni dos delanteros ni tres pivotes. Borja se ha aficionado a añadirle registros a su grupo, esta vez tiró de inicio de Mario Soriano y de la figura del mediapunta para derribar la supuesta resistencia del Talavera. Todo con Menudo en la grada. Será un mes de enero muy largo.

¿Quién fue el mejor del Dépor ante el Talavera?

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Y el equipo coruñés, tras el susto inicial y la parada de Mackay, fue un vendaval hasta el primer gol. Era un equipo exuberante en torno a la portería de Rubén Miño, que se vio asediado, mientras su defensa no paraba de tapar agujeros. A esa facilidad en el toque y en la combinación de los blanquiazules ayudó, sin duda, la falta de agresividad de su rival. Cuando apretaba arriba, aún les hacía dudar. En cuanto replegaba, escatimaba esos esfuerzo de más, esos dientes apretados para incomodar a su rival y el conjunto coruñés así estaba a sus anchas.

Tres futbolistas por encima del resto en este tramo. Mario Soriano, eje del ataque, estaba muy suelto, decidía mejor que de costumbre. Trilli, a lo Dani Alves de sus primeros tiempos, era una de las grandes fuentes de ataque del equipo. Y Miku, siempre Miku. El resto se va alternando, va reclamando su cuota de protagonista, pero él siempre está, nunca falla. Gol y casi siempre el primero, el que hace la diferencia. 1-0, minuto 24.

DEPORTIVO TALAVERA CARLOS PARDELLAS

Esa capacidad que había mostrado el Dépor para arrollar al Talavera hacía presagiar que a los coruñeses se les abrían ahora las aguas del Mar Muerto. Aparecían nubarrones en el cielo de los toledanos que pronto se despejaron. Y todo por culpa de los coruñeses, por una extraña e instantánea desconexión. Se dieron un respiro, que fue tan peligroso e infinito que no se lo terminaron de quitar en todo el encuentro y que pudo posibilitar el empate de su rival antes del descanso. La tuvo Pablo Monroy y salvó Mackay tras un despiste de Héctor. Llegaban muy sueltos los visitantes a la zona de los pivotes, por la banda débil. Se empezaba ya enronces a añorar a Álex. Juergen y Villares no eran capaz de sostener el entramado de un equipo que casi ni latía cuando minutos antes bombeaba como nunca. Difícil de explicar. Tal vez simple humanidad.

El Dépor salvó, de manera momentánea, la papeleta y pareció encontrarse antes del paso por la caseta, pero Borja cabeceaba en la banda. Ya sabía que era un espejismo. Lo peor que le podía pasar a su equipo, además de desaparecer, era contagiarse de esa falta de agresividad de su rival. Mal cuerpo. 

Todas las malas sensaciones del segundo tramo de la primera mitad no hicieron más que acrecentarse tras visitar la caseta. El Dépor quiso apretar, subir líneas en los primeros minutos para escenificar ese cambio de guion en el partido que nunca se acabó de producir.

Víctor Cea empezó a mover el banquillo y a meter futbolistas en zonas avanzadas y las ocasiones comenzaron a multiplicarse. David Añón y Christian Perales disponían de oportunidades de gol que, de manera sistemática, Ian Mackay, el mejor del Dépor con diferencia, se encargaba de desbaratar. El 1-1 flotaba en el ambiente, Riazor llevaba un rato entre murmullos que ya pasaron a ser pitos.

DEPORTIVO TALAVERA CARLOS PARDELLAS

No recuperó el equipo coruñés el mando del partido hasta que Álex Bergantiños saltó al terreno de juego, en el minuto 71. Y no fue inmediato. Con su entrada, el técnico buscaba pertrecharse y hacerse de nuevo con el mando de media a base plagar el equipo de pivotes, aunque uno de los efectos secundarios de la apuesta fuese quedase sin salida por la ausencia de jugadores de banda.

Aún se escuchó algún 'uy', pero poco a poco el Dépor logró encontrar por fin su sitio en el partido. Pudo hacer el 2-0 en un par de acciones, una maradoniana de Soriano. Hasta tuvo un penalti que malogró Miku sobre la hora tras una soberbia jugada de Trilli y Noel para forzarlo. Más allá de las oportunidades desperdiciadas, el Dépor había sobrevivido sobre todo a sí mismo y ganaba un partido que se torció sobremanera. Ya con el sofocón superado, Riazor celebraba, 40 puntos y ni ha acabado la primera vuelta.

El Dépor le gana 1-0 al Talavera Carlos Pardellas