No perdió el Dépor por un aplazamiento. Tampoco lo hizo por la puntería del Racing. Ni siquiera por las triquiñuelas y las pérdidas de tiempo de su rival. Acabó cayendo y deja en el aire el liderato, un ascenso y un proyecto por su incapacidad para afrontar un momento trascendental de la temporada. Lo que vino antes, lo que se encontró ayer. El equipo de Borja Jiménez no tuvo ideas y su entrenador tampoco supo dárselas. Un chaval como Trilli no puede ser la única vía de ataque para un conjunto que aspira a regresar al fútbol profesional de inmediato. El gol de Íñigo fue la puntilla en casi la única acción en jugada clara de los visitantes, pero esta noche no hay clavos ardiendo ni sensaciones a las que agarrarse. El Deportivo se levantará, habrá que ver cuándo y en qué condiciones, pero el sopapo es de calado, pone en duda su estructura, su cuajo. Las consecuencias a largo plazo son ahora mismo impredecibles. Le toca encomendarse a hacer prácticamente un reset.

Riazor rugía, ambiente en las gradas de las noches grandes, las que empujan, también las que coartan. Borja optaba por sentar a Quiles y a Álex, recuperar al esperado Miku y darle la alternativa como titular a Álvaro Rey, que aún está lejos de su mejor versión y así se demostró. La suplencia del capitán era la que más sorprendía. El técnico quería piernas frescas para las correcciones, para las transiciones del Racing y ese vigor se lo iba a proporcionar Diego Villares. Mario Soriano volvía a la mediapunta.

Desde el instante inicial el Racing demostró que no le iba a intimidar el ambiente. Igualó el choque, quiso la pelota en campo contrario, aunque a veces fuese a costa de que Miquel Parera sacase en largo. Ideas claras, superioridad física y posicional. Dentro de los lógicos intercambios, los cántabros estuvieron mejor durante varias fases del primer acto. Y con las jugadas a balón parado empezó su intimidación. La primera ocasión fue de Satústregui, tuvo que volar Mackay.

Pasados los minutos, el Dépor empezó a encontrar cierto sitio en el partido, pero estaba lejos de ser él mismo. Solo por la derecha y con Trilli era capaz de generar algo. Así le puso una el canterano a Mario y a Álvaro Rey, que ambos desperdiciaron, y otra a Miku, que llegó tarde. Fueron acciones esporádicas para un Deportivo tirante, a años luz de la primera media hora ante la SD Logroñés. No tenía profundidad, no progresaba por la izquierda tampoco. Le faltaba de casi todo.

Deportivo- Racing de Santander VICTOR ECHAVE

Y a su mejor versión unió su pegada el equipo cántabro. Así se puso por delante el Racing en uno de los momentos bisagra de la noche. Íñigo, uno de los que iba a ser baja en el partido que fue aplazado por COVID, irrumpió por el centro ante la pasividad de los coruñeses. Minuto 35, 0-1. El Dépor, por detrás y ante el Racing en una final. Durísimo panorama. Apretó el grupo de Borja hasta el descanso, se le veía con tantas ganas como frustración. Por el golpe y porque no era capaz de meterle mano. Había mucho que pulir en la caseta para obrar el milagro de una remontada que se veía como una quimera.

El Deportivo salió al ataque tras el pitido inicial de la segunda parte. Le empujaba Riazor, su corazón. Es una válida vía de ataque complementaria, nunca puede ser la principal. Así siguió hasta el final del partido y claro que disfrutó de ocasiones, como un palo de William, varios disparos al lateral de la red y un cabezazo de Menudo. Aún así, dio la impresión de estar siempre fuera del partido futbolística y mentalmente. Le podía rescatar un chispazo, pero no estaba.

Deportivo-Racing de Santander VICTOR ECHAVE

Sin ideas, sin ayuda

Borja Jiménez estuvo casi peor que su equipo. No le dio alternativas de juego a sus hombres. Solo tiró de Alberto Quiles hasta el minuto 80 en un cuadro de jugadores sin ideas ni patrón que encomendaban toda su ofensiva a lo podía generar Trilli, un chaval de 18 años que es un tesoro, pero que no puede suponer la mayor fuente ofensiva de un grupo que aspira a subir a Segunda División. En el tramo final recurrió a un Rafa de Vicente que tiene olvidado y a un Menudo que hasta hace semanas parecía más fuera que dentro. Y mantuvo, además, en el campo a un ofuscado William de Camargo y a un Álvaro Rey que no está para 90 minutos. A pesar de todo, no estuvo lejos de marcar el Deportivo por empuje, en jugadas aisladas. Pero, entre que el Racing de Santander estaba muy cómodo en la defensa del juego interior y que podía estar despejando centros laterales hasta pasado mañana, el desenlace no podía ser otro que el que ocurrió.

Quizás no merecía tal premio el Racing por justicia poética, por aprovechar una situación sanitaria en beneficio deportivo y por inventarse lesiones en el minuto 55 y perder tiempo hasta cuando no lo necesitaba, pero el fútbol es para los equipos que saben competir y adaptarse y el Dépor demostró ayer que estaba lejos de hacerlo.