Lo que antes funcionaba en este Deportivo, ahora ya no lo hace. Después de empatar ayer a domicilio contra la UD Sanse, alrededor del equipo aflora la paradoja del resultado. Antes ganaba y ahora no; antes tenía puntería y ahora no; y antes era una roca en defensa y ahora no. El marcador puede servir como justificación en los dos sentidos, pero lo cierto es que ayer en ese campo de Matapiñonera tan propio de la categoría no hizo nada muy distinto de lo que en el primer tramo de la temporada le permitió dominar la categoría con pulso firme. El equipo de Borja Jiménez nunca trasladó la sensación de ir sobrado, pero sí se transmitía seguridad, suficiencia y dominio en sus partidos. Eso lo ha extraviado y ayer dio un nuevo paso atrás que compromete su liderato después de 15 jornadas. De nuevo estuvo fallón en el área contraria y sufrió en cada acción a balón parado hasta dar por bueno un empate en un campo complicado. Sale mal parado otra vez Borja Jiménez, al que le volvió a faltar cintura y que empieza a justificarse en exceso.

El Deportivo parecía tener interiorizado que le esperaba un partido incómodo porque en la primera jugada se llevó un golpe de esos que lo condicionan todo. Primer balón al área y un gol encajado que no subiría al marcador por fuera de juego. Respondió bien el equipo blanquiazul a ese susto inicial y consiguió encontrar continuidad en su juego, sobre todo a través de Mario Soriano y Héctor Hernández por la banda izquierda.

Apenas trastocó su planteamiento Borja Jiménez en el día en el que recuperaba a Juergen para el centro del campo, salvo esa presencia en la banda del mediapunta cedido por el Atlético, pero hubo modificaciones de calado en el once titular. Fue más por las circunstancias que por iniciativa del técnico, cuyo inmovilismo se deja notar cada vez más en los resultados. El Deportivo insiste en parecerse a lo que fue en el primer tramo de la temporada, pero no está claro que pueda hacerlo, sobre todo por el momento que atraviesan algunos de los jugadores sobre los que sostuvo su propuesta.

Borja sigue confiando en su bloque de confianza sin exprimir apenas una plantilla de amplios recursos que a estas alturas parece desaprovechada. En ausencia de Trilli, lastrado por la carga de partidos y por su tremendo desgaste como principal argumento ofensivo del Deportivo, asomó Villares en el lateral derecho como había ocurrido contra el Badajoz en Riazor y Pablo Brea tuvo que cubrir la ausencia de Mackay en la portería. Cambios obligados que no modificaron el trasfondo de un equipo al que se le intuye la necesidad de otras piezas de refresco.

No lo ve así el técnico, que acomodó a Soriano en la izquierda para crear superioridades con Héctor y situó a Miku y Quiles como referencias arriba. De entrada le salió bien la apuesta porque, después de ese susto inicial, consiguió dominar y encontrar huecos para sortear la presión rival. Hubo movilidad y profundidad por primera vez en varios partidos, hasta que Villares se presentó cerca del área del Sanse y envió un centro que conectó Soriano de cabeza. El remate lo escupió el larguero y lo recogió Quiles, que no acertó con el disparo cruzado.

El Deportivo parecía recuperar parte de las virtudes que lo auparon a lo más alto de la clasificación, pero en las últimas semanas se ha evidenciado su debilidad en las acciones a balón parado. Ayer sufrió en prácticamente todas, especialmente Pablo Brea, que tenía un papelón como sustituto de Mackay. Sacó una buena mano el joven portero santiagués en un disparo lejano que desvió a córner, pero se resguardó demasiado bajo palos en las jugadas de estrategia. No le ayudaron sus compañeros, otra vez dubitativos. Lo remató casi todo el Sanse en esas acciones y además el equipo deportivista concedió demasiadas situaciones peligrosas.

El nerviosismo se percibía en buena parte de ellas, igual que sucedió en el área contraria. La cabeza de los jugadores ya no está tan fresca y eso se transmite a las piernas. Lo sufrió Quiles en la que quizá fuera la oportunidad más clara del partido para los deportivistas junto al cabezazo de Soriano. Una buena combinación el área acabó con un pase atrás hacia el delantero, que intentó controlar un balón que pudo rematar de primeras. Se le quedó un pelín atrás la pelota y ahí se esfumó otra buena ocasión para un Deportivo que tampoco encuentra la fluidez que mostraba antaño.

Le faltaron detalles al equipo, inconsistente en un juego cada vez más dubitativo, pero se marchó al descanso con las sensaciones de su lado ante un rival sólido toda la temporada como local. La imagen, sin embargo, cambiaría en la segunda mitad.

Le costó mucho más al Deportivo, que se apoyaría en Juergen para trasladar el balón ante la falta de recursos en un centro del campo cada vez menos influyente en su juego. Mejoró cuando ingresó Calavera, que permitió tener más continuidad y recuperar en zonas más limpias, pero volvió a faltar intención en los metros finales. Naufragó Miku, perdido todo el encuentro, pero sobre todo Borja Jiménez, incapaz una vez más de modificar la dinámica desde el banquillo. Noel apenas jugó los últimos minutos, con el duelo prácticamente decidido y apenas hubo espacio para tres cambios.

El Deportivo confirma así su paso atrás después de sumar tan solo cuatro puntos de los últimos 15. Ya no mandan los blanquiazules en la tabla, que reciben otro golpe en medio de las dudas que traslada su juego y la decisiones de su entrenador.