Si fuera por partidos como el de ayer en Lezama, la temporada del Deportivo ya estaría más que finiquitada de manera triste y decepcionante. Al equipo, sin embargo, le queda un comodín en forma de play off para intentar enderezar un campeonato que se le torció ya hace mucho sin que se le haya puesto remedio. Empates insulsos como el de ayer contra el Bilbao Athletic constatan la mala dinámica en la que se ha instalado el conjunto blanquiazul, incapaz de trasladar buenas sensaciones antes de la liguilla por el ascenso. Esa debería ser la meta del equipo en este tramo de la competición, pero está lejos de lograrlo con actuaciones como la de ayer. Enredado en variantes tácticas y lastrado por sus debilidades en las dos áreas, el Deportivo volvió a decepcionar lejos de Riazor, donde hace ya más de dos meses que no gana un partido. Quiles le dio algo de esperanzas con su gol, pero el equipo estuvo lejos de poder amarrar un partido que nunca dominó y que ahora espera conquistar en los despachos por una supuesta alineación indebida del Bilbao Athletic. Haría mal en utilizarlo como coartada tras otro fiasco.

El Deportivo está tan incómodo en este tramo de la temporada que casi ningún traje le sienta bien, pero pocos como ese esquema híbrido con tres centrales que Borja Jiménez se ha sacado de la manga en las jornadas recientes. Naufragó con él hace unas semanas en Balaídos y volvió a hacerlo ayer en Lezama en otra primera parte para el olvido. No está claro qué pretende el técnico con semejante fórmula, que coloca a Álex en una posición intermedia entre el centro del campo y la defensa que condiciona todo lo demás. Limita a Juergen, situado ayer por delante junto a Mario Soriano en un centro del campo inédito que apenas tuvo influencia hasta el descanso. Experimentos que podrían justificarse por las bajas que acumula el equipo, pero extraños en un tramo del campeonato crítico en el que quizá lo que más necesita el Deportivo son certezas desde el banquillo.

Estuvo muy lejos en esa primera mitad de ser el equipo agresivo que se vio frente al Rayo Majadahonda hace una semana, incapaz de hacerse con la pelota y demasiado estirado por esa disposición inicial que propuso Borja. Faltó presencia en el área y sobre todo ocasiones para incomodar a un Bilbao Athletic al que no le hacía falta elaborar demasiado para acercarse a la portería de Ian Mackay. No tuvo la primera el conjunto blanquiazul hasta los minutos finales de la primera parte, cuando William cazó una pelota dentro del área que aprovechó para conectar un disparo potente. Respondió bien Agirrezabalaga y se esfumó prácticamente la única ocasión deportivista de la primera parte.

Antes había sufrido el Deportivo con la movilidad de los jugadores rojiblancos, que ganaban casi todos los duelos individuales. Y es que el equipo colectivamente cada vez es más pobre, probablemente como consecuencia de las discretas versiones que muestran sus jugadores. Se salvan pocos, huérfanos de soluciones en un círculo vicioso que retroalimenta el mal momento de todo el equipo. Artola, uno de los que supuestamente no debería haber disputado el encuentro por sanción, rozó el gol mediante el juego directo y Luis Bilbao amenazaría con una falta en la que se agigantaría Mackay.

Respiró el Deportivo, que empezaría a tomarle la medida al partido en el tramo final de la primera parte y especialmente después del descanso. Quiles pondría en ventaja a los blanquiazules con un gol en el que exhibió definición y demostró que donde lo necesita ahora el equipo es cerca del área. Ayer arrancó en la banda derecha y no brilló, pero terminó desplazando a Noel, desapercibido, en la punta del ataque.

El tanto no fue sinónimo de tranquilidad para los deportivistas, que pagarían una falta de control con la que expusieron una vez más su falta de contundencia defensiva. Taparon mal y tarde Héctor y Soriano a Malcom, que con dos amagos cruzó el disparo en el área lejos de Mackay para poner un empate más que merecido para el filial rojiblanco.

Tenía tiempo por delante el Deportivo para buscar adelantarse de nuevo y Borja Jiménez decidió intercambiar piezas en el campo. Miku, recuperado de su lesión muscular, entró en el lugar de Quiles y tuvo una buena oportunidad con un balón a la espalda de la defensa que cazó escorado dentro del área. El disparo se le marchó demasiado cruzado, pero al menos sirvió para amenazar en un tramo de partido en el que el Bilbao Athletic tampoco renunciaba a jugar en campo contrario.

La ocasión más clara de los blanquiazules, sin embargo, sería para Doncel en otro pase profundo. El extremo se plantó en el área para definir, pero se aturulló y ni siquiera llegó a rematar en condiciones para adelantar de nuevo a los deportivistas. A Doncel le faltó la confianza que tampoco tiene el equipo, mermado en un tramo especialmente crucial de la temporada.

Los nervios se notaban en los minutos finales del partido de ayer en Lezama, con los deportivistas protegidos sobre su área con dos líneas marcadas y en las que nunca dieron la sensación de sentirse seguros. Esa confianza es lo que más necesita el equipo, aunque no está del todo claro si la conseguirá a base de resultados o de juego. Los dos le sonríen solo a medias y las sensaciones no son las mejores para pensar en un ascenso que a estas alturas ya parece claro que se decidirá en un play off del que hasta hace no mucho no quería hablar.