Adiós a Amancio, leyenda coruñesa del fútbol

El histórico futbolista fallece a los 83 años - Formado en el Victoria, militó cuatro temporadas como blanquiazul y fue clave en el ascenso de 1962 antes de convertirse en un jugador de época en el Real Madrid

Amancio, abajo el segundo por la izquierda, en un partido con el Deportivo en 1961 y junto a Luis Suárez en Riazor. El exjugador lee el pregón en María Pita, al lado de Arsenio Iglesias, en la Torre de Hércules y con Suárez en el Ayuntamiento. |  // ARCHIVO PACHY DOPICO / VÍCTOR ECHAVE

Amancio, abajo el segundo por la izquierda, en un partido con el Deportivo en 1961 y junto a Luis Suárez en Riazor. El exjugador lee el pregón en María Pita, al lado de Arsenio Iglesias, en la Torre de Hércules y con Suárez en el Ayuntamiento. | // ARCHIVO PACHY DOPICO / VÍCTOR ECHAVE / Marcos Otero

Marcos Otero

Marcos Otero

Coruñés de lo que hoy sería el popular barrio de Os Mallos, Amancio Amaro (16 de octubre de 1939) alcanzó la consideración de futbolista de época a partir de jugadas imposibles y regates inverosímiles. Apodado El Brujo por su habilidad con la pelota, su leyenda empezó a forjarse en el Victoria antes de dar el salto al Deportivo directamente como juvenil desde el histórico club modesto de la ciudad y de conquistar en el Real Madrid un palmarés al alcance tan solo de los elegidos. Fallecido en la madrugada del martes a los 83 años, el fútbol español lo despide como una de las más grandes figuras de su historia.

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa / Marcos Otero

Leyenda madridista y “deportivista”, como se encargaba de recordar cada vez que tenía ocasión, el suyo es un ejemplo más de la inagotable cantera coruñesa, de lo que puso ser y no fue en un Deportivo que por entonces competía a caballo entre Primera y Segunda División y trataba a duras penas de retener a sus figuras.

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa / Marcos Otero

El suyo, sin embargo, no fue un visto y no visto, como en el caso de Luis Suárez, que apenas llegó a disputar un puñado de partidos de blanquiazul. Amancio vistió la camiseta del Deportivo durante cuatro temporadas y fue una pieza fundamental en el deseadísimo ascenso a Primera División de 1962.

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa / Marcos Otero

El club lo reclutó procedente del Victoria, fuente inagotable de talento en la ciudad, en el verano de 1958. Antes pudo haber alguna intentona que no se llegó a concretar. “Es cierto que me quisieron en Vigo. Yo no sé si antes el Deportivo ya intentó contratarme o algo por el estilo, pero yo por lo menos no tenía constancia de ello con 15 o 16 años. Sinceramente, en aquel momento, no me preocupaba. Era un niño y solo pretendía divertirme jugando al fútbol, como cualquiera que tuviera esa edad”, recordaba el propio Amancio para el especial 110% Blanquiazul, publicado por este diario con motivo del 110 aniversario del club.

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa / Marcos Otero

Su velocidad endiablada y su regate en corto no pasaron desapercibidos para un Deportivo que buscaba regresar a Primera después de la que había sido su etapa más prolongada en la elite —entre 1948 y 1957— hasta la más reciente de los títulos. Amancio se consolidaría en el equipo de la mano de Hilario Marrero, figura de referencia en la historia del club, y lo guiaría al ansiado ascenso de 1962. Marcaría 25 goles en 26 partidos, una barbaridad para aquellos tiempos, y formaría una recordada sociedad con Veloso, con el que luego también coincidiría en el Real Madrid.

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa

Adiós a Amancio, leyenda coruñesa / Marcos Otero

Santiago Bernabéu se fijaría en él a pesar de los recelos del resto de directivos y lo firmaría por una cifra récord, alrededor de 12 millones de las antiguas pesetas, adelantándose al interés del Barcelona y el Atlético, que al Deportivo no le servirían para evitar convertirse en el equipo ascensor de la década de los 60. En ese sentido, los males de entonces en el club no eran muy diferentes de los contemporáneos.

Por poco no coincidiría con Manuel Ríos Quintanilla, Manolete, que alcanzaría el primer equipo blanquiazul en la temporada de la salida de Amancio. “Hizo una temporada impresionante. Yo tenía 17 años y pasé al Deportivo aquel año que ascendió a Primera División y se marchó al Madrid. Hizo una campaña tremenda y marcó una época, pero no solo aquí, también en el Madrid”, recuerda Manolete.

Al histórico centrocampista coruñés le tocaría sufrir en no pocos partidos a partir de entonces a un jugador que se convertiría en una de las figuras más destacadas del fútbol mundial. “Era terrible, tenía un regate en corto que era algo impresionante. Tenía una velocidad y un recorte inigualables. Era tan bueno que un día me hizo un regate, lo agarré por la camiseta y se me quedó en la mano”, rememora el actual presidente de la Asociación de Veteranos deportivista.

Tanto le amargaba a Manolete en sus enfrentamientos que hasta le quitaba el sueño. “Cuando tenía que jugar contra él me tocaba marcarlo. El entrenador siempre me mandaba perseguirlo porque era un jugador muy peligroso, tenía un regate buenísimo”, insiste el exjugador blanquiazul “No me dejaba dormir la noche anterior, así que imagínate”, reconoce.

Campeón de Europa en 1966 con aquel Real Madrid yeyé que buscaba dejar atrás la etapa de Di Stéfano capitaneó el cambio de ciclo blanco y amasó un palmarés envidiable —nueve ligas y tres Copas— al tiempo que se convertiría en un jugador reverenciado en Europa.

Su figura no encuentra ahora discusión por relevancia y dimensión, pero en su momento pudo haber más dudas. “Para mí fue de los mejores jugadores que ha dado España, creo que no se le ha dado la importancia que tenía por su juego y por sus características”, sostiene Manolete. “A nivel español quizá no ha tenido el reconocimiento que merecía. Los italianos le temían. Aquel Inter tan famoso de Facchetti...”, añade.

Sería escogido en tercera posición en la edición de 1964 del Balón de Oro que ganaría Denis Law —Luis Suárez fue el segundo— y como técnico añadiría más brillo a su trayectoria como impulsor de la llamada Quinta del Buitre.

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