0-0 | Combate nulo, empates que restan para el Deportivo

Le aguantó el pulso al Racing, pero le faltó dar un paso al frente | Villares y Arturo tuvieron el derbi en sus botas | Alcorcón y Castilla se van a más de un partido

Carlos Miranda

Carlos Miranda

Era el día de decir "aquí estoy yo", de gritar "soy de verdad un candidato al ascenso". Y el Dépor volvió a quedarse afónico, a medias, como casi siempre fuera de casa. Nadie niega la entidad del Racing como rival, la atmosfera asfixiante del derbi, del plan de Cristóbal. No hay regate tampoco al elogio por el ejercicio de resistencia, por haberle aguantado el pulso a los ferrolanos. Combate nulo en uno de esos empates que restan, a los que cuesta sacarles brillo, que ya no resisten el maquillaje de la media inglesa. Se echó de menos en el Dépor un paso al frente, una demostración de que está hecho de otra pasta. No la debe tener. Pudo rescatarle de nuevo Diego Villares, como en la primera vuelta. No salió cara. Ni con él ni con Arturo, al que la portería se le hizo pequeña, cuando era inmensa en la que fue, sin duda, la jugada del derbi. Castilla y Alcorcón tiran en la cabeza. Aún hay contacto visual, pero ¿hasta cuándo? 

Racing de Ferrol - Deportivo

Racing de Ferrol - Deportivo / Iago Lopez

Óscar Cano se lanzaba al vacío en el momento más inesperado. Lleva semanas anunciado que consulta con la almohada la posibilidad de darle la alternativa a Svensson, que medita la opción de acompañar a Lucas en ataque. Tuvo momentos en los que todo parecía más propicio para decidirse, sobre todo, en algún duelo de Riazor, pero se atrevió en A Malata, cuando se lo jugaba todo, cuando la grada le esperaba con el cuchillo entre los dientes. La propia y la ajena. El sacrificado era Olabe, seguía Rubén Díez en el once. Él y sus pérdidas de balones. El equipo coruñés planeaba apretar arriba, no le sobraba el fútbol directo, mientras se descubría por dentro. Arriesgado, sin duda. Cristóbal no podía contar con Luis Chacón, cerraba la derecha con Fornos y se encomendaba a sus dos estiletes: Carlos Vicente y Heber Pena.

También lo fiaba todo a la intensidad. El Racing, irreconocible en la primera vuelta en Riazor, quiso parecerse a sí mismo o, en su defecto, ponerse el traje de los blanquiazules del duelo de A Coruña. Apretaban, reducían espacios, eran verticales y en cada disputa iban al límite del reglamento. Y hasta el ecuador de la primera parte le surtió efecto. Los coruñeses tenían una incomodidad extrema, no eran capaces de generar una jugada desde atrás, de acercarse a las inmediaciones de la portería de Gazzaniga. El conjunto ferrolano iba a tope. Favorecía su apuesta, además, el hecho de que el colegiado miraba para otro lado en cada choque. No había tarjetas, no había silbato. Era un partido, era una guerra.

Tuvo que pasar el minuto veinte y rozar la media hora para que el Dépor se empezase a sentir por fin a gusto, para que se soltase. Primero le echó hielo al partido y luego comenzó a hacerlo suyo pasando líneas de presión. Llegó el disparo de Quiles, otro cabezazo del onubense y el remate fallido de Svensson. Olía a 0-1, el partido era otro. Había sido del Racing, ya pertenecía a los dos. Y las ocasiones eran blanquiazules.

Los ferrolanos, eso sí, seguían yendo al límite y confiando en sus bandas. Eso no cambiaba. Raúl Carnero y Antoñito y las ayudas ganaban, de momento, la partida en esas guerras particulares, claves en el devenir general. Quiles hoy estaba, se le nota casi en la primera jugada. El Dépor empezaba a inclinar el partido, el campo. La primera parte se cerró con un gol anulado a Heber Pena que tocó dos veces la pelota con la mano en el área. Aun así, protestó como si le fuese la vida en ello. Cosa de los derbis, de las pulsaciones.  

Tras el descanso, los dos equipos saltaron al campo que parecía que acabasen de salir de una batidora. Era un partido incontrolable, con espacios, sin gobierno. Y quien salió mejor de ese meneo fue el Racing. Si el duelo había anochecido coruñés en la primera parte, amaneció ferrolano en la segunda. Ya en los primeros minutos llegaron dos centros desde la izquierda de Brais. Remates inocuos, eran un aviso. El equipo de Cristóbal, otro. Tenía más ideas, pulmón. Eso sí, todo dentro de un ida y vuelta que al Dépor ya le estaba empezando a sobrar. En realidad, siempre le estorba el campo abierto.

Esa falta de control y esa capacidad para ir esquinando y sacando a los blanquiazules del envite no impidieron que el equipo coruñés se descolgase por el área local, que tuviese ocasiones. Quiles disfrutó de una clara tras una combinación un tanto trompicada con Mario Soriano. El onubense empezaba la cuesta abajo de su partido. Ya no estaba fino, le costaba decidir. Esta la falló, como otras tantas en el segundo acto.

Racing - Deportivo

Racing - Deportivo / Iago Lopez

El Racing crecía y Carlos Vicente estaba en la cima de esa ola. Es un quebradero de cabeza. Siempre, no para. Hiperactivo y para nada bueno. Raúl Carnero fue quizás el mejor del Dépor durante el duelo, le ganó el 90% de los duelos. Pero siempre está ahí esperando el ex del Calahorra. Se descuelga o gana una carrera. Todo es un duelo para él. A punto estuvo de generar dos goles en el ecuador y casi sin pestañar. Uno tras un pase, el otro con un centro al área. Jaime estuvo inmenso despejando, Antoñito se llevó un golpe a destiempo de Heber. Revolucionado, volcánico el de Narón. Pasado de rosca.

Llegaron los cambios y tuvieron efectos por partes. La entrada de Olabe poco ayudó al Dépor, le sentó mejor la apuesta por Arturo. Cogió balones, le dio respiro y sentido a los coruñeses. El problema es y será siempre ese remate que le perseguirá en su etapa en A Coruña. Fue la más clara. Un robo de Villares, como en la primera vuelta. Aparecía de la nada, combinaba y Gazzaniga se hacía grande en la atajada. Ahí le llegó el balón suelto y manso al ex del Sanse, quien lo echó fuera con toda la portería y todo favor. Era el minuto 78, era el partido. Lo tiraba por la borda. El fútbol sin porterías...

El Dépor se dio cuenta en ese último tramo de que había que apretar, de que el Castilla no afloja, de que el Alcorcón no pierde y de que a lo mejor sonaba la flauta y se llevaba el derbi. No fue así, lo intentó. Con un Lucas, del que se esperaba más, al mando de las operaciones. El Racing también tuvo las suyas en este tramo en una arrancada, en los infinitos saques de esquina que tuvo. No era el día. Ni para él, ni para el Dépor. Tampoco de acercarse a la cabeza de la tabla. La liga se va acabando y ambos perdieron la oportunidad de sumarse al pelotón de cabeza. El ascenso no espera por nadie.