CESTA DE LA COMPRA

El encarecimiento de los alimentos no frena el auge de productos ecológicos en Galicia

La superficie dedicada a la actividad se disparó un 127% en diez años por la mayor concienciación del consumidor en sus compras

Un productor de Lalín con la recogida de castañas. |   // BERNABÉ / JAVIER LALÍN

Un productor de Lalín con la recogida de castañas. | // BERNABÉ / JAVIER LALÍN / roi rodríguez

roi rodríguez

El desenfrenado encarecimiento de los alimentos durante el último año provocado por la guerra de Ucrania está haciendo que llenar el carro de la compra suponga un gran desafío para muchas familias. Un esfuerzo, que se suma al repunte de la energía o de las hipotecas, del que se podría deducir que son los productos con un mayor coste en las estanterías del súper los que están pagando el pato de la crisis. Sin embargo, no siempre es así. De hecho, el crecimiento de la agricultura y la ganadería ecológica en Galicia, cuyo plus de calidad implica también un mayor desembolso para el consumidor final, sigue adelante en plena crisis inflacionista y los profesionales vaticinan que continuará así durante los próximos años, pues en España, aún en niveles muy bajos con respecto a Europa, “sólo se puede crecer” . Además, apuntan a que la población está “cada vez más concienciada” con la sostenibilidad y apuesta por este tipo de oferta.

Los datos del Consello Regulador da Agricultura Ecolóxica de Galicia (Craega) son contundentes: la superficie ecológica en Galicia creció un 127% durante la pasada década, pasando de 14.167 hectáreas en 2010 a 32.209 en 2021, última cifra disponible a la espera de que se publique el balance correspondiente al ejercicio pasado. En total, son 1.350 los operadores inscritos en ecológico y los productos de origen animal (leche, carne, huevos...) son los más representativos en la comunidad y suponen el 57%. El peso de la producción, matiza el Craega, corresponde a la provincia de Lugo, el de la industria a Pontevedra. Un auge impulsado por la estrategia de la Unión Europea para alcanzar el objetivo de que un 25% de la superficie esté dedicada a la producción ecológica en el 2030 y para el que todavía queda mucho camino por recorrer en Galicia, donde apenas se ronda el 5%.

“En España aún estamos muy lejos de los consumos normalizados que hay en el norte y en el centro de Europa, de tal forma que solo nos queda crecer”, indica José Luis Vaz, presidente y gerente de la cooperativa de Verín Biocoop, dedicada a la ternera ecológica, con 7.000 hectáreas de base territorial , quien añade que en “Alemania, Dinamarca o Suecia” los índices de consumo de producto ecológico se acercan en algunos casos al 15 o 20%, “mientras aquí no se llega al 3%”. Un punto en el que coincide con Rocío Freire, responsable de producción y calidad de Alibós, firma dedicada a la producción de castaña pelada y congelada: “Como nosotros ya llevamos muchos años vendiendo en Europa no notamos tanto la subida del mercado como alguien que vende solo en España, donde la evolución fue más reciente. En Europa ya había mucho consumo de producto ecológico hace 20 años. Aquí sí que se nota que cada vez vendemos más castaña ecológica pelada y congelada, aunque el consumo de castaña es pequeño”.

“En España hay margen de crecimiento”, incide Freire. “Queda mucho recorrido por delante”, coincide Vaz, admitiendo el handicap de que los sueldos a nivel estatal están de media por debajo de los de muchos de nuestros vecinos comunitarios. Aunque hay referencias específicas en que el diferencial “es elevado”, subraya que el producto ecológico, especialmente en la carne “no es mucho más caro”. En todo caso, remarca que cada vez se detecta un incremento en la sensibilidad y las compras. Un punto que resaltan tanto Freire como Ana Corredoira, propietaria de Granxa Cernada —pionera en la producción ecológica, por la que apuesta desde 2002— , de la cooperativa As Vacas de Ulloa, orientada a la leche ecológica. Los tres defienden, eso sí, que debe hacerse “más pedagogía”.

En el caso de la carne, Vaz expone que las razas autóctonas, “algunas en peligro de extinción”, son animales que en el ecológico están en libertad todo el año, alimentándose a base de hierba y de leche materna en el caso de los becerros. “El gran diferencial”, incide, está en el tratamiento de una base territorial donde “no se utilizan abonos químicos, ni herbicidas, ni pesticidas. Tampoco se usan medicamentos ni en algunos casos antiparasitarios”. Es decir, la carne ecológica producida de esta forma extensiva “no lleva trazas de residuos químicos de síntesis que sí llevan las producciones industriales”. “Esta es la parte invisible, por eso que hay que explicarlas”.

“Hay distintos factores que llevan a la población a elegir cada vez más el producto ecológico. Desde el cuidado del medio ambiente y el bienestar animal, hasta buscar productos que tienen mayor beneficio para la naturaleza y también para la salud y que generan impacto positivo sobre el territorio”, esgrime Corredoira.

Una tendencia que también notan en Alibós, que aunque vende fundamentalmente a otras industrias, también tiene otra línea dedicada al consumidor final, “que está creciendo”, defiende Freire, reconociendo que, a pesar de eso, en el último año se vieron lastrados por la crisis, pero sobre todo por una “muy mala cosecha de castaña”, que mermó mucho la producción. “Tuvimos bastante dificultad de compra, los costes de transformación son muy elevados y los precios del producto final también están un poco más caros”, explica.

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