Tras casi nueve meses y decenas de declaraciones de testigos y de presentación de informes periciales, la vista oral del juicio que evalúa los daños derivados del accidente de Prestige en noviembre de 2002 quedará visto para sentencia mañana.

Dadas sus dimensiones, con 2.128 partes personadas, 133 testigos, 98 peritos, 51 abogados y 21 procuradores, el macrojuicio por la mayor catástrofe medioambiental de la historia de España se celebra desde el pasado 16 de octubre en el recinto ferial de Expocoruña.

Durante su visita a las instalaciones, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, reconoció que el período de 10 años en la instrucción del juicio es "excesivamente largo", aunque puntualizó que, con el "actual sistema procesal español", habría sido difícil reducir los plazos de un caso con "tanta complejidad". "En este momento lo importante es mostrar la satisfacción porque este proceso haya concluido en las mejores condiciones posibles", afirmó.

Durante su intervención, Torres-Dulce destacó que el juicio del Prestige debe ser un "referente" para el "día a día" de la Justicia, al tiempo que valoró la colaboración y el esfuerzo de las administraciones durante la celebración del proceso. "Creo que el caso del Prestige es una buena muestra de cómo desarrollar los procesos de cara al futuro", aseguró Torres-Dulce, que colocó este proceso como un "espejo" para los casos ordinarios de la Justicia.

También indicó que "ojalá que este ejemplo de desembolso se llevara al día a día de los juzgados" y agradeció la colaboración de la Xunta para poner al servicio de la Justicia los medios materiales necesarios para la celebración del macrojuicio.

Además, destacó la colaboración de las instituciones judiciales europeas para permitir concentrar toda la causa y que se celebrase "con plenitud" el juicio en España. Finalmente, ensalzó el "enorme" trabajo de los fiscales encargados del caso, Álvaro García y Luisa Suárez.

La vista oral del macroproceso del Prestige entró en su recta final el pasado 19 de junio con la presentación de las conclusiones definitivas de las distintas partes personadas en la causa. Abrió este turno el fiscal de Medio Ambiente de Galicia, Álvaro García Ortiz, quien pidió que el capitán del petrolero y principal acusado, Apostolos Mangouras, "no pase ni un día privado de libertad", pese a mantener una solicitud de condena de 12 años de cárcel.

García Ortiz explicó que así lo aconsejaba su edad, 78 años, y el tiempo transcurrido desde la catástrofe, más de diez años, además de la "dignidad" mostrada durante el juicio y su "sometimiento" al tribunal. Además, explicó que la Fiscalía entiende que la condena del capitán del buque es la única alternativa para conseguir que al armador y la aseguradora del Prestige, Universe Maritime y London P&I Club, respectivamente, hagan frente al menos a parte de las indemnizaciones que reclama.

Además de Mangouras, se sientan en el banquillo de los acusados el jefe de máquinas del buque, Nikolaos Argyropoulos, y el exdirector general de la Marina Mercante José Luis López Sors, el único alto cargo de la Administración española acusado en este proceso, para los que piden penas de cárcel, aunque no la Fiscalía, que reclama 4.328 millones de indemnizaciones por los daños derivados de la marea negra.

La jornada de hoy el letrado que representa al jefe de máquinas prevé exponer sus conclusiones finales y mañana la abogada del Estado Consuelo Castro, que defiende a López Soros. Será entonces cuando el presidente del tribunal de la Audiencia Provincial de A Coruña que juzga los daños, Juan Luis Pía, podría declarar el juicio visto para sentencia.

El 13 de noviembre de 2002 a las 14.15 horas, el Prestige, un monocasco con bandera de Bahamas cargado con 77.033 toneladas de fueloil, lanzó una llamada de socorro cuando navegaba frente a las costas gallegas debido a la ruptura de uno de los tanques en un momento de tormenta, por lo que perdió parte de su carga y tuvo problemas de estabilidad.

El 19 de noviembre de 2002 se partió en dos a unas 150 millas de la costa. A las 10.45 horas se hundió la popa y a las 15.45 la proa a profundidades de unos 3.500 metros, aunque continuó vertiendo el crudo durante días.