En el rol que la tradición asignaba a la mujer se incluían las labores domésticas y un cometido extra en el cuidado y la educación de los niños y fue justo Educación, quizás por la costumbre, el primer departamento de la Xunta cuya responsabilidad se confió a una mujer. Lo hizo Gerardo Fernández Albor y la elegida fue María Jesús Sáinz, que ocupó el cargo en 1986 y 1987. Con Fraga llegó Manuela López Besteiro, a la que le tocó también cuidar de la familia, en este caso la de todos los gallegos, durante casi una década desde la Consellería de Familia, Muller e Xuventude.

Entre esa época y la actual no solo ha pasado el tiempo, sino también las costumbres. La mujer se incorporó al mundo universitario y laboral y la Xunta no ha desaprovechado sus capacidades. Hasta el punto de que aunque los afiliados a la Seguridad Social en el régimen especial del mar sean en tres de cada cuatro casos hombres, ese departamento lo dirige Rosa Quintana. Y lo propio ocurre en ámbitos como el Medio Ambiente y la Ordenación del Territorio. Beatriz Mato, su titular, recuerda que cuando estudió ingeniería en su clase las chicas se contaban con los dedos de una mano, pero, como dice la conselleira do Mar, "hoy en día tenemos mujeres cualificadas en todos los ámbitos y es lógico que se incorporen a diferentes áreas" como altos cargos, incluidos los de la Xunta, "y no solo aquellos que tradicionalmente se le venían reservando".

Ni Mato ni Quintana son partidarias de cuotas para garantizarles a las mujeres un puesto. Las dos proclaman que es la "capacidad" la que debe prevalecer. "Tenemos que estar donde estemos capacitadas para estar por el hecho de ser capaces, no por ser mujeres", sentencia Mato, lo que avala Quintana al abogar por tener en cuenta al "más cualificado". "Que tengamos las mismas oportunidades pero que gane el mejor", apostilla. Apunta Mato que ese sería el modelo del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, quien "siempre tuvo claro que eligió a los mejores para gestionar y no reparó en que fueran hombres o mujeres". De hecho, las máximas autoridades en Infraestruturas e Vivenda o en Medio Rural también son mujeres. Esa premisa, rodearse de "los mejores", como sintetiza Quintana, las ha llevado por casualidad -así lo proclaman-, a contar en el núcleo duro de las dos consellerías que dirigen con un equipo conformado por mujeres, desde las secretarias técnicas a las directoras xerais. Si los altos cargos de la Administración xeral de la Xunta los dos géneros están desequilibrados a favor de los varones -46% frente a 54%- en estas dos consellerías ellas mandan al 100%.

Por las manos de estas mujeres, en su mayoría formadas en Derecho y conocedoras de la Administración gallega, pasan presupuestos que poco se parecen a los de una economía familiar: 142 millones de euros en Mar y 112 en Medio Ambiente e Ordenación do Territorio. Pero no solo es cuestión de dinero, sino de la relevancia de estos departamentos para Galicia. Porque en los despachos de Mar se toman decisiones que afectan a uno de los sectores más tradicionales y potentes de la economía gallega, el de la pesca y la acuicultura, y se dirime el devenir de los puertos autonómicos. Y si el poder sobre las aguas marinas gallegas lo tiene Rosa Quintana y su equipo más cercano, el dominio sobre las continentales y las de beber, cuya escasez ha dado algún susto a la Xunta, le corresponde a la Consellería de Medio Ambiente, cuyos poderes se extienden por tierra y aire. Por tierra, porque de esta consellería depende dónde se construye e incluso cómo. En ese terreno, el departamento lucha contra un enemigo difícil de combatir, el feísmo. Pero también por aire, porque MeteoGalicia, que mira al cielo para saber si los gallegos deben sacar el paraguas o evitar faenar, cae bajo su influencia.

Ambos departamentos tienen mucho que decir sobre la sostenibilidad, palabra asociada al futuro. Y si fue un héroe de Marvel el que puso de moda la frase que proclama que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, Mato y Quintana van más allá y creen que para asumir esa gran responsabilidad hacen falta personas entregadas y con capacidad demostrada.

Las dos, que no son novatas en eso de dirigir una consellería -Mato llevó Política Social y Quintana cayó en las redes de Pesca ya en 2009- valoran mucho la preparación. No en vano Quintana aconseja a las mujeres con ambición "una buena preparación y disposición hacia el trabajo" y Mato opina que es "lo primero de todo". Pero para ambas hay otro requisito: el trabajo en equipo. Quintana cree que de ahí sale la "dedicación" que ella reclama para "conseguir la mayor eficacia posible" en la gestión diaria. "Una persona sola", afirma, "no es capaz de lograr nada, pero en equipo es capaz de muchas cosas". Y si es clave que sus manos derechas estén "unidas", también lo es que recuerden que hay vida fuera de la Xunta y la disfruten.