En un texto inédito de Eduardo Pondal (Ponteceso,1835-A Coruña, 1917) -del que se cumple el centenario de su muerte- el poeta da raza reflexiona sobre la leyenda de O Pozo da Xerpe, una tradición del río Anllons, que desemboca en la ría de Corme y Laxe, y la vincula a las tradiciones griegas de los poemas homéricos.

El texto, en castellano, ocupa dos cuartillas dobladas por la mitad y son de su puño y letra, escritas en tinta por las dos caras. Aunque sin firmar ni datar, la autoría parece no ofrecer dudas, tanto por la caligrafía y por el tema, referido a su universo vital, la comarca de Anllóns.

Y lo que es tanto o más relevante: su contenido se enmarca en el mundo literario de Pondal, cuya obra ha sido relacionada por la crítica especializada con La Ilíada y La Odisea, de Homero, obras de tradición literaria oral que entroncaban con la de los bardos de la cultura celta. El autor de la letra del Himno gallego era un profundo conocedor de la cultura clásica y en su juventud había estudiado Griego en la Universidade de Santiago.

El hallazgo forma parte de una donación al Arquivo Municipal de A Coruña. El escrito estaba entre la correspondencia de un donante, en el interior de un sobre en el que figuraba el nombre de Eduardo Pondal. Encabezado por el título O Pozo da Xerpa, el texto -en castellano- empieza con una descripción de la leyenda vinculada a la geografía pondaliana:

"En antiquísimos tiempos -escribe Pondal-, los habitantes de la comarca del Allones vivían aterrados por la presencia de un horrendo monstruo que habitaba en las aguas de aquel río, en el punto llamado actualmente Pozo da Xerpa (de la serpiente), el cual hacía frecuentemente numerosas víctimas entre aquellos que se aventuraban a aproximarse al agreste y solitario paraje donde habita: cazadores, labradores, pastores, pescadores o navegantes".

"Un poderoso señor de aquella tierra -continúa- procuró sacarles de aquella congoja aconsejándoles la construcción de una poderosa grada de hierro; la cual, arrojada al agua y tirada por muchas yuntas de jóvenes toros de gran pujanza y todavía no domadas (condición expresa del buen éxito) y, después de grandes esfuerzos, sacaran a tierra aquel horrible monstruo que todos contemplaban con espanto, era mitad mujer y mitad pez, informe, y, admirados todos, vieran que arrancándose un cabello y arrojándolo al agua, con cierto acento de dolor y tristeza, dijo: O q' he morrer, morro... Pro aquí queda un pelo meu que cada ano hai de matar seu. y, haciendo tan fatídica revelación, expiró entre los agudos dientes de la poderosa grada de hierro".

El texto concluye con la reflexión de Pondal:

"Yo hallo -escribe- mucha analogía entre esta tradición y las tradiciones griegas de los poemas homéricos acerca de Escila y Caribdis y la Hidra de Lerna".

A pie de página, una nota a lápiz, y en distinta caligrafía, aparece: "De aquí la tradición c/ [popular] de que echando en su vaso de agua un cabello de mujer nace una culebra".

Escila y Caribdis son dos monstruos marinos de la mitología griega. En la Odisea, Circe advierte a Odiseo en el canto XII de navegar más cerca de Escila que de Caribdis, ya que mientras Escila devoraría a seis de sus hombres, Caribdis succionaría su barco entero. Posteriormente, la tradición identificó a este lugar con el Estrecho de Mesina, entre Calabria y Sicilia.

Escila es descrita como un monstruo con torso de mujer y cola de pez, con seis perros que parten de su cintura con dos patas cada uno; según otras versiones, sería un ser con seis largos y serpentinos cuellos con cabezas grotescas, en cada una de las cuales poseía tres apretadas hileras de afilados dientes.

Caribdis, hija de Poseidón y Gea, tragaba enormes cantidades de agua tres veces al día y las devolvía otras tantas veces, adoptando así la forma de un remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance. La Hidra de Lerna tenía forma de serpiente policéfala (tres, cinco o nueve y hasta cien o diez mil, según la fuente). Era capaz de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada. Habitaba en el lago de Lerna, en el golfo de la Argólida.

La analogía de la tradición que cuenta Pondal con los monstruos homéricos parece evidente.