El noroeste español (Galicia, Asturias, Cantabria y León y Zamora) concentra dos terceras partes de toda la superficie forestal que ha ardido en España desde comienzos de año. Entre los siete grandes incendios de 2020 en la geografía nacional se encuentra el que se produjo a principios de este mes en Cualedro, Ourense, que, con 1.010 hectáreas calcinadas, se convirtió en el mayor fuego registrado en Galicia desde la ola de incendios de 2017. Los fuegos son uno de los grandes problemas de la comunidad gallega. La inversión en la extinción crece cada año, pero el número de grandes incendios forestales no desciende.

Un estudio, cuyo autor principal es Adrián Regos, de la Universidad de Santiago, llega a la conclusión de que la solución a los grandes incendios no está en incrementar el dinero que se dedica a las labores de extinción, sino que se encuentra en la naturaleza. Y que lo que hay que hacer es crear bosques menos inflamables, ya que si se actúa sobre el paisaje promoviendo prácticas agrícolas se puede llegar a reducir hasta un 50% el área afectada por grandes incendios prevista para el período entre 2030 y 2050.

El estudio, publicado en la revista Ecosystem Services, ha tomado como ejemplo la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Gerés-Xurés, en Galicia, donde se ha reproducido el modelo matemático Remains, que muestra los fuegos según escenarios prediseñados, y llega a la conclusión de que la "opción más efectiva" para disminuir las hectáreas quemadas es promover la agricultura extensiva y convertir, de forma gradual, los bosques de coníferas y eucaliptos en bosques de robles nativos.

Regos también explica que para gestionar el riesgo de incendios hay que tener en cuenta las características de la vegetación, aplicar medidas concretas para crear paisajes menos inflamables, con especies que quemen más lento, con menos densidad de vegetación, más heterogéneos y, en definitiva, más resistentes al fuego.

El investigador del CSIC en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf), Lluís Brotons, garantiza que las matemáticas "están preparadas para que se pueda comprobar desde un ordenador cómo crear un territorio menos apetecible para las llamas, que no queme de forma incontrolable", y recalca la importancia de las herramientas científicas para la toma de decisiones en este ámbito.

Los resultados del estudio muestran, además, que una aplicación eficaz de las políticas agrícolas reduciría el peligro de incendios y, al mismo tiempo, garantizaría la conservación de la biodiversidad, al estabilizar la disponibilidad de hábitats para especies protegidas o amenazadas a lo largo de las próximas tres décadas.

Este estudio ha sido desarrollado gracias a Firesmart, un proyecto de investigación que busca soluciones sostenibles que maximicen los beneficios entre la prevención de incendios y los servicios de los ecosistemas y en él participan varios institutos y centros de investigación de Portugal y España.

Con el modelo matemático que han utilizado se han probado varios escenarios para la zona analizada de la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Gerés-Xurés y se ha determinado, por ejemplo, que la opción más efectiva para disminuir las hectáreas quemadas es promover la agricultura extensiva y convertir, de forma gradual, los bosques de coníferas y eucaliptos en bosques de robles nativos.

"El cambio climático, con altas temperaturas y sequía extrema, y el bosque homogéneo y joven que ha crecido debido al abandono de prácticas agrícolas ancestrales son dos ingredientes básicos de los incendios de sexta generación", explica Regos, quien apunta que "estos superincendios queman con temperaturas y velocidades de propagación que escapan al control de las fuerzas de extinción, de los cortafuegos y de otras técnicas de protección."

Ante esto, afirma, se requiere un cambio de paradigma, "una visión preventiva e integradora del territorio con políticas que fomenten la creación de paisajes resistentes al fuego", pero que al mismo tiempo aseguren un aprovechamiento sostenible de los recursos y la conservación de la biodiversidad asociada, lo que se conoce como una solución basada en la naturaleza.