¿Son posibles unas cremas de belleza cuyos polifenoles, de alto poder antioxidante, han sido obtenidos del aprovechamiento de los restos resultantes de la producción de un sabroso vino albariño gallego? ¿Es posible conseguir compuestos con base de carbono, capaces de sustituir las materias primas fósiles, y que se pueden obtener a través de la reutilización de los fangos resultantes del tratamiento de aguas residuales de la depuradora de Reza, o de los desechos líquidos de la industria conservera o láctea gallega? Pues no es ciencia ficción, sino algunas de las líneas de investigación y sus correspondientes soluciones tecnológicas, varias de ellas ya con patente, que engrosan el ilusionante balance de resultados de los tres años de trabajo del proyecto Cigat Biofactoría, que arrancó en 2018 gracias a la consolidación de la Unidad Mixta Cigat (2015-2018) y que finalizó ayer.

La memoria de esta biofactoría —promovida por la empresa Viaqua, la Xunta a través de la Axencia Galega de Innovación (GAIN) y Cetaqua Galicia, el Centro Tecnológico del Agua— finalizó ayer con la celebración del evento de presentación de resultados en la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Ourense. Allí estaban para conocer resultados, y divulgar los principales logros del proyecto, el director general de Viaqua, Marcos Martín; el conselleiro de Economía, Francisco Conde; y los responsables de las distintas áreas de Xunta y de la propia Biofactoría que han hecho posible esta centro de investigación. Este proyecto de economía circular es pionero en su género al apostar por la modernización del tejido productivo gallego, valorizando sus corrientes residuales.