El Concello de A Illa disfrutaba ayer de la jornada más esperada del año por la mayoría de sus vecinos, buena parte de los arousanos y turistas en general. Era el día grande de la patrona de los marineros, la Virgen del Carmen. Pero la fiesta se tornó en tragedia, saldándose con una persona fallecida y dos heridos, uno de ellos de gravedad. El pueblo isleño y toda la ría se tiñeron de luto y la jornada festiva pasó a un segundo plano cuando una lancha de recreo colisionó con una batea de cultivo de mejillón y se metió bajo su emparrillado. Eran cinco los tripulantes de esa embarcación siniestrada, todos ellos vecinos de Madrid —tres hombres y dos mujeres— y miembros de una misma familia.

La víctima responde a las iniciales S.S.I.M. Los demás ocupantes de la embarcación eran su patrón, S.C.M., de 47 años y vecino de Teo, que resultó ileso; su mujer, L.M.S.M. de 45 años y vecina de esa misma localidad; el madrileño M.A.V.C., que fue evacuado por el helicóptero Pesca 1 a Vigo, y su esposa, que es hermana del fallecido.

Los heridos fueron inmediatamente trasladados al muelle isleño de O Xufre, donde se certificó la muerte de uno de ellos, de 51 años, después de que las maniobras de reanimación cardiopulmonar que se le practicaron resultaran del todo inútiles. Los demás heridos fueron evacuados, uno de ellos al hospital Álvaro Cunqueiro, de Vigo, para lo cual se desplazaron al lugar dos ambulancias del 061, un helicóptero y la aeronave Pesca.

Tanto Juan José Rial Millán, el patrón mayor de la cofradía de pescadores isleña, como Ruperto Costa, su homólogo en la de Cambados, explicaban que el accidente marítimo se produjo a la altura de Punta Cabalo, “cuando la procesión marítima había terminado” .

Así lo ratificaba, igualmente, el armador del barco que se topó la tragedia y atendió a los heridos en primera instancia. “Los trasladamos a tierra firme, y al más grave de todos incluso le fuimos haciendo el boca a boca mientras llegábamos a puerto, pero no sirvió de nada, de ahí que los servicios de emergencia que nos estaban esperando ya solo pudieron certificar su muerte ”, manifestaba.

Esta misma persona detallaba lo sucedido al asegurar que “los tripulantes nos explicaron que todo fue un despiste, que miraron un momento a popa y que al volver la vista a proa ya estaban alcanzando la batea”. El peor parado fue uno de los dos hombres que viajaban al timón de la lancha de recreo siniestrada, de unos cinco metros de eslora, quien al golpearse contra las vigas de madera del vivero flotante sufrió las graves heridas que, a la postre, le costaron la vida.