Rueda blande el “Moncloa nos roba” y Besteiro se cuela en la foto

Los partidos presentan sus promesas en un debate con aroma de mitin de campaña | Pontón: “Quiero ser presidenta”

Besteiro habla por teléfono,
ayer en el Parlamento.   | // X. Á.

Besteiro habla por teléfono, ayer en el Parlamento. | // X. Á. / Daniel Domínguez

Daniel Domínguez

“¿Estos cuadros estaban antes aquí?”. Eran las 09.40 de la mañana y José Ramón Gómez Besteiro esperaba a la prensa, que él había convocado diez minutos antes, en el pasillo donde se encuentran los grupos parlamentarios de PSdeG y BNG, rememorando su época como presidente de la Diputación de Lugo, cuando acudía a presentar en octubre las cuentas de la institución o cuando en 2015 se saltó la regla no escrita de que reaccionasen por la mañana al discurso del presidente los portavoces parlamentarios, situándose él, como secretario xeral socialista, frente al micrófono.

Los cuadros a los que se refería son los mismos, pero la política gallega ha cambiado mucho desde que dimitiera en 2016 quien ayer confirmó con claridad que se presentará a las primarias para ser el cabeza de cartel de su partido en las autonómicas del año que viene, previsiblemente, en la primavera. Todo olía ayer a campaña y elecciones en el Pazo do Hórreo.

El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, relató promesas para 2024 como el cheque de 5.000 euros para dependientes, el socialista Luís Álvarez realizó un resumen del programa de su formación y Ana Pontón, del BNG, resumió que el debate enfrentaba “dos modelos”: el del PP y el “cambio” que lidera el Bloque. “Quiero ser presidenta...”, repitió la nacionalista, en una emulación del I have a dream de Martin Luther King.

El gesto de Besteiro sorprendió a sus rivales de la Xunta, que lo tacharon de “torpeza” porque difuminaba la atención que podría darle el paso adelante esperado ya por todos en otra jornada, según un alto cargo del equipo de Alfonso Rueda. Otras voces, sin embargo, consideraban audaz la decisión. “Es la forma de conseguir que el PSdeG exista en este debate; si no, iba a ser solo un cara a cara entre Rueda y Pontón”, apuntaba un antiguo parlamentario, aludiendo al bajo perfil del portavoz parlamentario socialista, Luís Álvarez, que recibió el encargo para relevar a Gonzalo Caballero cuando este perdió el timón del partido ante Valentín González Formoso, que se dejó ver por la tarde, al igual que Besteiro, que hizo doblete.

El actual secretario xeral socialista fue uno de los que trató con mayor ahínco de convencer a Besteiro para regresar a la primera línea tras ser exonerado de las causas judiciales que truncaron su carrera antes de poder medirse en las urnas a Feijóo, hoy líder del PP en Madrid.

En los rivales de los socialistas gallegos, sin embargo, se pone en tela de juicio la condición de “Messi” de Besteiro, apelativo que le otorgó el secretario de Organización socialista, José Manuel Lage, para poner en valor las expectativas depositadas en él para tratar de que el PSdeG recupere brío, tras quedar relegado a tercera fuerza durante las dos últimas legislaturas, incapaz de crecer tras la desaparición de las mareas y viendo cómo el BNG llegaba a su récord de 19 escaños, a cinco de distancia del puño y la rosa.

Los gestos de Pedro Sánchez hacia Besteiro, sin embargo, podrían no suponerle un plus, pues situarlo en la comisión negociadora de la investidura le coloca una diana en el pecho para recibir las críticas del PP sobre la supuesta entrega de recursos al independentismo catalán a costa de Galicia. Si en los 90, Pujol basó su estrategia en el agravio a Cataluña resumido en la frase “España ens roba” pronunciada luego en el Parlament en 2011, el PP gallego de Rueda, como el de Feijóo, hará bandera de una especie de “Moncloa nos roba” hasta las autonómicas. La campaña, tras lo visto ayer, no solo ha comenzado, sino que anticipa elecciones en primavera.

En el PSdeG, Besteiro trató de colarse en la foto de la política autonómica, pese a carecer de asiento en la Cámara, a la que llegó rodeado del clan lucense, con Lara Méndez y Xosé Tomé a la cabeza, así como con el delegado del Gobierno, Pedro Blanco, que relevó a Besteiro cuando este decidió dejar el puesto tras unos meses para irse al Congreso. También abandonará esa Cámara para acceder al Hórreo tras las autonómicas.

Rueda, por su parte, trazó en su discurso un tratado de activación electoral. “Quien tiene un enemigo en política, tiene mucho ganado y la primera parte de su mensaje se centró en eso”, resumía un exdiputado en los corrillos. Además, eso cambiaría la sensación de decepción en un PP que daba por hecho el 22 de julio que Feijóo sería presidente del Gobierno y no líder de la oposición. El 23-J supuso un mazazo, como admiten en el PP.

El presidente de la Xunta y del PPdeG se enfrentó a su primera debate sobre el Estado de la Autonomía tras relevar el año pasado a Feijóo y concentró los anuncios de cheques y ayudas en el colectivo de mayores, pero además dedicó sus primeros 25 minutos a arremeter contra el Gobierno central de Pedro Sánchez y sus previsibles cesiones al independentismo para lograr la investidura. El discurso de la aldraxe que ya lanzó los últimos años su antecesor se intensificó para movilizar al electorado de centroderecha contra ese enemigo común: Sánchez y las cesiones al independentismo, como la amnistía o el pago de “deudas históricas de importes astronómicos” con una consecuencia. En su opinión, supondrá poner en peligro la “sostenibilidad y equidad del Estado del Bienestar”.

Anticipa así Rueda su flanco para golpear a Besteiro cuando gane las primarias, algo que nadie duda en el PSdeG: su condición de “cómplice” de ese supuesto expolio. Para mantener la tensión, las autonómicas no deberían prolongarse más allá de la primavera, pues correría el riesgo de que ese discurso canse a su electorado.

Mientras, la tercera pata de la política gallega —Sumar no existe, de momento, tratando de buscar posible candidata, sin cuadros ni sede en la comunidad— el BNG se ciñó a lo previsto. Ana Pontón se presentó como líder de la alternativa al PP, que “hace una Galicia más pequeña”. “Galicia merece ser respetada”, proclamó con aspiración presidencial en un discurso en el que habló de “futuro”, con la vista puesta en un 2024 que se antoja su última ocasión como candidata, o así se barrunta dentro de un Bloque en el que un paso atrás desde sus 19 escaños actuales y no lograr la Xunta con la coyuntura más favorable posible desencadenaría un proceso de reflexión. En el sector duro de la UPG, por ejemplo, no gustó el tiempo que Pontón se tomó para decidir si se mantenía como mascarón de proa nacionalista. 2024 augura novedades en la política gallega, cambie o no cambie el inquilino de San Caetano.

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