Los plenos de Oza y Cesuras aprobaron ayer el inicio de la fusión con el único apoyo del PP. Los grupos municipales del PSOE y el BNG, como habían anunciado, votaron en contra de la unión. Socialistas y nacionalistas criticaron que se continuase con el proceso sin haber consultado a los vecinos.

La aprobación estuvo marcada por las discrepancias sobre la mayoría necesaria para que el acuerdo sea válido. La oposición sostiene, como manifestó durante el pleno en Cesuras, que el comienzo de la unión requeriría, de acuerdo con la ley gallega, el voto a favor de dos tercios de la Corporación, que el PP supera en Oza. Los alcaldes, en cambio, se remitieron a los informes jurídicos de la Diputación y de la Xunta que dan por válida la mayoría absoluta que exige la normativa estatal tras la modificación de 2005, mínimo que recabó la propuesta en Cesuras gracias al apoyo de los ediles del PP, que, en cambio, no alcanza la mayoría de dos tercios.

En un pleno tenso y bronco, Cesuras dio luz verde al inicio de la fusión entre las críticas y acusaciones de oportunismo político de la oposición y los abucheos de gran parte del público que abarrotaba un salón de plenos que se quedó pequeño ante tanta expectación. Los populares defendieron los beneficios económicos y demográficos de la alianza municipal avalados, en palabras del alcalde, Julián Lucas, por las promesas de Xunta y Diputación en forma de futuras inversiones y el mantenimiento de servicios.

"No tienen ni un duro consignado", aseguró el portavoz del BNG, Lito Vázquez. La ausencia de cobertura presupuestaria para llevar a cabo proyectos fue uno de los argumentos esgrimidos por el BNG para rechazar una fusión que, advierte, no cuenta con el beneplácito de los vecinos de Cesuras.

"Políticamente son ustedes unos cobardes, por eso no convocan un referendo", afirmó el edil, que criticó el "informe ambiguo e impreciso" que aporta la Diputación para defender la posibilidad de aprobar con mayoría absoluta una fusión que consideró una "pantomima". "Utilizan la ley autonómica o la estatal según les convenga", apostilló Vázquez, acusación que motivó el enfado del secretario municipal, que defendió la viabilidad jurídica del proceso. La portavoz del PSOE, Pilar Pedreira, recalcó que su postura contraria a la unión de Cesuras y Oza es por las "formas" en las que se desarrolló el proceso. "No es una fusión voluntaria, convoque una consulta popular y, si los vecinos la apoyan, el PSOE también lo hará", prometió la edil, que reiteró que impugnará el acuerdo plenario por ser, dijo, "contrario a la ley".

Los argumentos esgrimidos en Oza fueron similares, aunque expresados con más contención y menos público. El alcalde, Pablo González Cacheiro, aludió a las ventajas de la fusión con el municipio vecino para el aumento en el tramo demográfico, la consecución de servicios públicos y la captación de empresas para el territorio.

El portavoz del PSOE, José Manuel Sanmartín, reiteró que su grupo no se opone a una "fusión voluntaria", pero exigió "que decidan los vecinos y no los alcaldes". Sanmartín admitió que la ley "no exige una consulta popular" pero, apuntó, "tampoco dice que no se pueda hacer". El socialista especuló con los motivos de la negativa del PP al referendo: "O porque saben que no cuentan con el apoyo de los vecinos o porque no les importa".

La portavoz del BNG, Estefanía Busto, coincidió con los socialistas en no rechazar a priori la unión y en criticar la ausencia de una consulta popular que la avale, además de lamentar que no se hayan realizado reuniones informativas con los vecinos. La nacionalista consideró la fusión "una maniobra oscurantista diseñada por el PP en Santiago" y acusó a los populares de "chantaje" a través de "promesas" y de ofrecer "propaganda" en lugar de argumentar "con datos".

El alcalde aseguró haber resuelto dudas de vecinos y sentenció: "Me quedo con que no os oponéis".

Abucheos, aplausos, reproches y acusaciones fueron la tónica general del pleno de Cesuras, que se prolongó durante unas dos horas y media en un salón abarrotado por vecinos y medios de comunicación. Simultáneamente, Oza debatía la alianza si causar apenas expectación, en un ambiente tranquilo, correcto y en el que primaron las buenas formas.

En Cesuras, los defensores de la alianza se situaron en un extremo de la sala mientras que los opositores, la mayoría de los asistentes, ocuparon el lugar restante, en una escenificación exacta de lo que más tarde se vivió a lo largo del debate.

Las interrupciones fueron constantes; también las llamadas al orden del alcalde, Julián Lucas, en ocasiones superado por el ambiente tenso que se vivió en un pleno del que ya se conocía el desenlace antes de comenzar, tras anunciar PSOE y BNG días antes su voto negativo. "La fusión no sirve para los cobardes", avanzó el regidor al comenzar la sesión, consciente, se intuía, del bronco debate que le esperaba.

El portavoz del BNG, Lito Vázquez, reprochó a Lucas su, en su opinión, nulo compromiso con los cesuranos. "Usted nació en Cuenca, vive en A Coruña y gobierna Cesuras aunque mejor sería que hubiese nacido en Cesuras, viviese en A Coruña y gobernase Cuenca", apostilló, lo que arrancó las risas y los aplausos de los vecinos, que en múltiples ocasiones interrumpieron a los ediles para exigir que sus reivindicaciones fuesen escuchadas.

El mandatario cesurano defendió su negativa a convocar una consulta popular, tal y como solicitó el PSOE, ya que, dijo, "la convocatoria compete a la Xunta y el Gobierno del Estado, no al Concello", poco después de que el portavoz de los nacionalistas, Lito Vázquez, le instase a presentar su dimisión por encargar "un informe a su medida" que avale la mayoría absoluta para dar luz verde a una fusión municipal que oposición y vecinos perciben como una "absorción".

Mientras tanto, en el pleno de Oza, el alcalde, Pablo González, se mantenía informado del transcurso de la sesión del municipio vecino a través de las nuevas tecnologías durante las intervenciones de la oposición. Además, en tono distendido, el regidor animó a los vecinos a transmitirle sus dudas y temores sobre la fusión. "No estamos en una dictadura ni en el mito de la caverna", subrayó.

Pese a las promesas iniciales, el Gobierno local obvió el turno de réplica y pasó directamente a la votación de los puntos del orden del día pese a las quejas de oposición y gran parte del público, entre el que se encontraba el secretario de Organización del PP provincial, José Manuel Álvarez Campana, que cabizbajo, se mantuvo en un discreto segundo plano durante la sesión.