Los carpinteros hacían de carpinteros terminando de construir su caseta, martillo y garlopa en mano. El panadero trajo un pequeño horno de leña para cocer el pan. La filloeira y castañeira no daban abasto y el pastor tuvo que tener cuidado de que no se le escapase su revoltoso rebaño. El belén viviente de Montrove, un espectáculo único en la comarca, se realizó ayer, tras una década de parón, con total éxito y centenares de participantes gracias a la implicación de todos los vecinos, que participaron en la organización para convertir el entorno del parque Ibarrola en la ciudad de Belén entera, con posada, establo, casas y hasta el palacio del rey Herodes.

La lluvia, el gran temor de la organización, no hizo acto de presencia pero sí hizo frío aunque los numerosos niños-pastorcillos no lo notaron vestidos de abrigos y gorros de borreguillo. Uno de ellos, de menos de dos años, hizo de Niño Jesús en el portal mientras no llegó el titular, Adrián, nacido el mes pasado. Todos los participantes en este belén viviente empezaron ya por la mañana a montar todo el belén, que comenzó a representarse a partir de las seis de la tarde.

En el establo, junto a María, José y el Niño, estuvo una vaca y un burro de verdad. Esta cuidada recreación del Nacimiento contó con una parte religiosa, la Anunciación, con profetas acompañados de gaitas gallegas, nada de trompetas.

Un narrador relató todos hechos paso a paso y los personajes principales también contaban con micrófonos inalámbricos para decir sus frases. No faltaron los Reyes Magos de Oriente, que salieron de la Casa do Pobo hacia el portal, instalado junto a las ruinas del parque.

Tras la recreación del Nacimiento se inició la parte festiva y gastronómica, donde los visitantes pudieron degustar castañas y filloas e incluso churrasco. Montrove, de la mano de Pilar y Mariluz, recuperó ayer un belén viviente que se había dejado de organizar en 2003.