VILASANTAR
Al rescate del patrimonio rural
Vilasantar revisa su catálogo patrimonial, que incluye 122 bienes culturales, etnográficos y naturales, la mitad en estado deficiente - Difunde un vídeo con sus elementos protegidos

Un vecino de Vilasantar, en uno de los antiguos molinos del Tambre. / l. o.
Vilasantar puede presumir de atesorar uno de los patrimonios naturales, culturales y etnográficos más ricos de la provincia. Este pequeño pueblo rural, de población envejecida y dispersa, ha editado recientemente un vídeo con el que pretende promocionar este municipio en franco declive desde hace años.
La caída de la población y los ingresos, el abandono del campo y el cierre de industrias que, años atrás, ocuparon a cientos de vecinos ha llevado a este pueblo a una situación que el Gobierno local ha llegado a calificar de "insostenible" y que pretende paliar con la promoción turística de sus parajes naturales y su patrimonio etnográfico, religioso y cultural.
Una ojeada al nuevo catálogo de bienes protegidos del plan general -aún pendiente de aprobación definitiva- evidencia el rico pasado rural de esta aldea, pero también un presente de apreturas económicas, más que patente en las dificultades de los propietarios particulares y también de la Administración local para mantener sus bienes protegidos. Son 122 elementos los catalogados, sin contar las piezas arqueológicas, pero cerca de la mitad presentan un estado deficiente, incluso ruinoso, con la excepción de los bienes de la Iglesia.
Pazos como el de Zanfoga, propiedad en su día de Emilia Pardo Bazán; presentan a día de hoy un "mal" estado de conservación, según han constatado los técnicos encargados de su catalogación. Otros como el de Fachal o Mende mantienen mejor el tipo, aunque son mayoría los elementos protegidos de la arquitectura civil que han conocido tiempos mejores, como los pazos de Opa o de Eirixe, o las casas de Mera o el antiguo Consistorio.
El plan general cataloga la antigua fábrica textil Hilados y Tejidos de Vilasantar, en estado de semiabandono desde que un incendio arrasó las instalaciones en 1962. Este conjunto fabril, que aprovechaba la energía del Tambre, llegó a tener en plantilla a 300 operarios. A día de hoy, el recinto acoge una granja agrícola. El estado de conservación del conjunto, según el equipo redactor del plan general, es "malo".
El patrimonio etnográfico, en su mayor parte testimonio del pasado agrícola, también se encuentra en horas bajas. Los hórreos y molinos presentan en su mayoría un estado "malo" o "regular". Estos bienes, pese a su mal estado de conservación, forma parte de una de las rutas más recomendables de la comarca, la de los batanes -varios rehabilitados por la Diputación-, que permite al visitante conocer algunos de los molinos más antiguos de España.
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