Es imposible no sorprenderse al traspasar por primera vez el umbral del "salón", la espectacular biblioteca del colegio de Présaras que le ha valido a este pequeño centro educativo rural un premio estatal. Su historia ilustra la implicación de la comunidad educativa. Los docentes dedicaron horas y horas de trabajo extra a levantar esta sala de lectura con teatro que se ha convertido en un foco cultural de Vilasantar, escenario de charlas con escritores y científicos y de innumerables representaciones de cuentacuentos y compañías teatrales .

Este pequeño colegio ha sido uno de los más castigados por la despoblación del rural. Abrió sus puertas en 1978 con trescientos alumnos. Hoy solo hay treinta. Hace unos años, el recorte de profesorado unió bajo el mismo lema a docentes, padres, vecinos y políticos de Vilasantar, el de exigir igualdad de oportunidades. Cerrar las puertas del centro, alertaban, suponía condenar a un pueblo cada vez más envejecido y con escasa oferta cultural. "Es verdad que es cara, pero es una inversión rentable, la escuela es la única ventana abierta al mundo para los niños en pueblos tan pequeños", defiende Javier Cartón, el docente más veterano del centro. Este profesor está convencido de las ventajas de la educación en el rural en Infantil y Primaria, por la cercanía, el contacto con la naturaleza y los lazos entre la comunidad educativa. Un centro ideal, dice, para practicar la "slow pedagogy: educar a fuego lento, con mucho trabajo, pero en un ambiente relajado".