Birame Samb adora al Dépor y sueña con abrir una escuela de fútbol en su pueblo, en el barrio de Hann Bel-Air en Dakar (Senegal), mientras piensa que este mes quizá no le alcance para pagar el piso en el que vive en A Coruña. Pero nunca ha dejado de ayudar a sus compatriotas recién llegados -"Han estado hasta seis en mi casa"- ni al resto de la ciudad coruñesa: es voluntario de Cruz Roja. Birame llegó hace casi una década tras sobrevivir a una durísima travesía en cayuco con el objetivo de trabajar y ahorrar. Hace quince días que regresó de su segundo viaje a Dakar, de nuevo para ayudar: se encargó de trasladar las equipaciones de fútbol donadas por el Atlético San Pedro de Oleiros (ya que vivió en Perillo) y el Maravillas de A Coruña.

"Son camisetas, pantalones, también balones, chándales... En mi barrio hay un equipo en una liga grande y también otros. Se las llevé a unos equipos de niños que tienen entre 7 y 11 años. También había camisetas de talla grande, para un equipo de mayores, y les di algunas a gente mayor del pueblo, les gustó mucho", explica Birame Samb mientras enseña las fotografías que sacó con el móvil a los equipos de niños vestidos con las equipaciones oleirense y coruñesa.

"Fui por primera vez a Senegal en nueve años, el año pasado y ahora volví. Siempre les digo a los de mi pueblo que no vengan, que es muy duro, que Europa no es lo que creen, no hay trabajo... pero no se les mete en la cabeza. Vieron que yo lo logré y ellos también quieren intentarlo. Conozco a muchos de mi barrio que murieron en el mar".

A Birame le encanta el fútbol y estuvo jugando una temporada en el San Pedro de Oleiros. Es mediapunta, como su admirado Valerón. "Es el mejor jugador. Vino a verme al hospital cuando me tuvieron que operar hace unos años y me regaló una camiseta del Dépor", cuenta.

Birame es feliz cuando termina el mes y le sobran algunos euros, que envía a su familia. Para su madre, que está enferma y necesita comprar medicinas. También quiere reunir el dinero suficiente para comprarle un cayuco a sus hermanos y que puedan así dedicarse a la pesca en su pueblo y ganarse la vida. Él trabajó en una de estas embarcaciones al principio pues vivía muy cerca del mar.

"Tengo dos hermanos y cinco hermanas. Soy el mayor. Mucha gente se marchaba en cayuco pero yo no quería. Pero cada día veía a uno del pueblo que se marchaba y al final lo decidí. Fueron siete u ocho días en el mar porque tuvimos que hacer dos paradas por el mal tiempo, estuvimos parados en alta mar aguantando. Nos vieron y avisaron a Salvamento. Vinieron embarcaciones de Cruz Roja, se pusieron a cada lado del barco hasta llegar al puerto, en Tenerife. Así conocí a la Cruz Roja, nos ayudaron mucho. Luego estuvimos quince días en un centro de internamiento de Las Palmas, después nos mandaron a Madrid y de ahí a Alicante. Yo allí decidí venir a A Coruña porque tenía aquí a un familiar. Estuvo trabajando de venta ambulante, pero no me gusta", relata Birame Samb.

Estuvo mucho tiempo sin papeles hasta que le dieron un permiso de residencia sin derecho a trabajo durante un año, después de operarle. Luego logró un empleo como repartidor de publicidad, que es lo que le sustenta ahora. "Cuatro horas por la mañana. Por la tarde hago cursos y demás en la Cruz Roja", añade.

Esta organización le enseñó el idioma, le ayudó con distintos trámites y ahora está a punto de iniciar cursillos de formación, con prácticas, en varias materias. También le dieron un curso de monitor de fútbol. Le gustaría hacer los estudios para ser entrenador "pero es muy caro". No obstante, en Cruz Roja es uno de los entrenadores de un equipo de fútbol de inmigrantes, uno de los últimos proyectos de esta entidad y que ya tuvo oportunidad de jugar en un torneo organizado por Padre Rubinos.

"Como voluntario de Cruz Roja colaboro en campañas de sensibilización y de cooperación internacional, participo en charlas...", agrega. El año pasado fue nombrado voluntario estrella. Los trabajadores de Cruz Roja han sido su familia en A Coruña. Ahora sin embargo Birame ya no está tan solo. Hace quince días que su esposa, con la que se casó en 2010 a distancia, está con él por fin. En Senegal ella, Thiaba, era profesora de árabe. En A Coruña, está buscando un trabajo. "Ella sabe inglés, yo francés y wólof", en referencia a la lengua nativa de una etnia de Senegal. "También entiendo, pero no lo hablo, el gallego", afirma con una sonrisa.

A este joven senegalés le da reparo decirlo, pero le encantaría trabajar en alguna actividad relacionada con el Deportivo. Uno de sus sueños es tener una escuela de fútbol para niños en Senegal que llevase el nombre del Dépor, su equipo favorito.

"La felicidad es la gente, no el dinero", resalta Birame, quien repite continuamente que tiene que seguir luchando para sacar adelante a su familia. "No quiero que mis hijos repitan mi historia, nunca, no quiero que tengan que venir en cayuco a España".