El Concello de Bergondo protegerá seis bienes patrimoniales inéditos a través del Plan General de Ordenación Municipal (PGOM), que se encuentra en tramitación. El arqueólogo de la empresa redactora, Luis Cordeiro, localizó vestigios y documentos que acreditan y aportan datos sobre la existencia de dos castros, unas salinas medievales, dos iglesias y una torre defensiva, que hasta la actualidad permanecían sin catalogar y que a través del planeamiento recibirán distintos grados de protección.

Una salinas citadas ya en documentos del siglo XII figuran entre los bienes que Bergondo catalogará. Situadas en la margen oeste de la ría de Betanzos, bajo el puente de la autopista AP-9, cerca de O Pedrido, se encuentran "canalizaciones y posibles restos de estanques (cristalizadores) que formaron parte de unas antiguas salinas", describe la ficha remitida a la Xunta para su inclusión en el plan general. Su existencia se nombra en un documento histórico sobre un pleito entre el Monasterio de Bergondo y el Arzobispado de Santiago, que discutían sobre los derechos de los beneficios de las salinas. El estado de las mismas "no parece ser malo", aunque desde la fotografía aérea tomada en 1956 podría haber desaparecido la zona norte del yacimiento. El Ayuntamiento prevé conceder a la superficie grados de protección integral y área de respeto, los grados intermedios de los cuatro previstos para bienes arqueológicos.

Dos castros se situarán también entre los nuevos bienes catalogados: el de Armuño y la croa de Santa Marta de Babío. Para el de Armuño se fijará protección integral para el interior del muro defensivo y zona de respeto para el entorno, como publicó ayer este diario, y para el de Santa Marta, grado de protección III, el más suave previsto para el patrimonio arqueológico.

La iglesia de San Xoán de Ouces, del siglo XVIII, alberga restos de un templo que ocupó antes su lugar, del siglo XIII, como detalla una inscripción en la fachada. Se conservan un sarcófago del siglo XVI y seis grandes losas rectangulares de granito que algunas referencias bibliográficas identifican como lápidas medievales, aunque no se pudo acreditar su uso funerario. Estos restos tendrán el grado de protección más leve, el III.

El arqueólogo recabó pruebas de la existencia de una iglesia consagrada a San Pedro y San Fiz, citada ya en un texto del siglo XI, abandonada en el XIX por su estado ruinoso. No quedan restos del templo, solo montones de tierra y elementos pétreos. El experto sostiene que se ubicaba en una parcela cercana al cementerio. Se le concede protección integral y de área de respeto.

Por testimonios de vecinos, la disposición de las parcelas y el topónimo, se cree que en A Torre hubo una construcción defensiva. Le concede la menor protección.