Un Concello instala mobiliario urbano para un uso concreto pero los ciudadanos le encuentran muchos otros. Oleiros instala una señal que advierte de la presencia de un paso de peatones, pero para la empresa que construye un edificio al lado esa señal no es más que un soporte que le viene de perlas para aguantar la malla que rodea la obra. Una marquesina puede servir para que un joven exprese sus dotes artísticas o su enfado con el mundo, pero también para anunciar el próximo concierto de Mark Knopfler el 3 de mayo en A Coruña. O unos cursos de pilates. O que se ha perdido un gato, foto incluida.

Cada año el Concello tiene que destinar una partida a limpiar y reponer su mobiliario. La mayor parte se va en eliminar pintadas, que proliferan sobre todo en contenedores de basura y marquesinas. Por el municipio se pueden ver también señales que indican direcciones y que son aprovechadas, por su visibilidad, para colgar carteles reivindicativos, como sucede en el cruce de Santa Cruz.

Otras señales de tráfico son utilizada para colocar carteles sin realizar ningún esfuerzo (el camping, hacia arriba, en Bastiagueiro), o también para poner pegatinas de publicidad de grupos musicales. En el caso de la obra de Perillo, la valla que rodea el solar donde se trabaja no solo tiende cordeles para sujetarla hacia la señal del paso de peatones sino que también aprovecha un árbol (también mobiliario municipal) e incluso un espejo de ayuda a la visión en un cruce.

Las obras son algunas de las que más aprovechan el mobiliario público. A una farola en Santa Cruz le han conectado un cable hasta el edificio hotelero que están construyendo. El mobiliario urbano no solo es uno de los elementos más dañados (en Oleiros hubo una oleada reciente de contenedores a los que les prendían fuego) y que más se deteriora en un municipio, sino que también es uno de los que más desaparecen.

En estos últimos días alguien ha sustraído dos columpios del parque municipal de A Pezoca, donde también se llevaron soportes para enredaderas. Se han llevado bancos y papeleras. Y son habituales las sustracciones de plantas de parques y jardines públicos, con probable destino para fincas privadas. A este tipo de sustracciones, por particulares, se unen las de los profesionales, con ánimo de lucro: desde el cobre del cableado de la luz hasta las tapas de los registros y alcantarillas, verjas de hierro o acero. En el parque de Santa Cristina se llevaron hasta un árbol de tres metros.