Dorotea de Armas Curbelo, Benita Nava Martínez y Juliana Suárez Vega, las tres mujeres que ilustran esta información, son tres de las 12 homenajeadas en la exposición As mulleres na colección de olería que acoge hasta el próximo 15 de marzo en el centro cultural A Fábrica. La muestra, que organiza el Concello con las piezas que atesora el Museo Os Oleiros-José María Kaydeda, repasa la trayectoria de estas pioneras que se abrieron paso y reiventaron este "oficio de hombres" y reivindica también la labor de las investigadoras Natacha Seseña e Ilse Schütz, autoras de sendos estudios fundamentales en la revalorización de la alfarería. Teresa Jorge, que junto a su marido José María Kaydeda, reunió y legó una de las colecciones más importantes de este oficio en España, es otra figura fundamental de esta muestra.

¿Pero quiénes son estas maestras? La oleirense Eumelia Iglesias Roura, con la ayuda de sus hermanas Petronila, Elisa y Maruja, reconvirtió la fábrica de tejas y ladrillo de su padre en Mera en un negocio de fabricación de muñecas de barro. Sus piezas se conservan en el museo, como las de Dorotea de Armas, alfarera de Muñique, en Lanzarote, que hasta su muerte en 1997 fabricó loza doméstica y pequeños juguetes de barro y figuras tan populares como los novios de El Mojón. Ella aprendió todo de su madre y logró crear escuela desde su taller del Camiño de las Montañetas.

Juliana Suárez, Julianita, fue una de las alfareras más importantes de Hoya de Pineda, en Gran Canaria, localidad en la que nació en 1912. Como Escolástica Martín Crespo, de Pereruela, mantuvo viva la tradición e innovó desde su taller de Zamora. Escolástica nació en el seno de una familia con una larga tradición de mujeres alfareras que se remonta al siglo XVIII. Otras, como Benita Nava, no lo tuvieron tan fácil para introducirse en el oficio. Su padre tuvo 11 hijas y, muy a su pesar, no le quedó otro remedio que enseñarle los rudimentos de un trabajo que era "cosa de hombres". Alumna aventajada, Benita no tardó en perfeccionar la técnica y desde su taller de Villarobledo, en Albacete.

Isabel Nieto y su sobrina Mari Carmen proceden de Moveros, una localidad zamorana en la que eran las mujeres las que tradicionalmente trabajan el barro. Ambas trabajaron en sus casas, en un torno bajo y de rodillas: Cántaros, barriles y porrones son algunas de las piezas de estas artesanas que pueden verse en la muestra . Dolores Coronado pidió con solo ocho años aprender a trabajar en torno. Al recibir un no por respuesta, esta tenaz alfarera decidió aprender a escondidas y, tras trabajar durante años como oficiala en la fábrica familiar de Ocaña (Toledo), se independizó y abrió taller propio. El porrón es su pieza más emblemática. Pepa Lombao, de Bonxe, es la última homenajeada en la muestra. Trabaja desde hace 30 años en el mundo del barro y en el año 2000 inauguró su taller museo. Tenaz investigadora, ha reinventado el oficio siempre desde la tradición. Sus piezas son inconfundibles.

Oleiros y Diputación difunden ahora el trabajo de estas pioneras con un folleto ilustraciones de Jano.