"¿Por qué el mismo pan en A Coruña se pone blando y en Ourense se pone duro?", se preguntó un alumno del colegio Vicente Otero Valcárcel de Carral tras comprobar las variaciones en el producto estrella de su pueblo en sus frecuentes visitas a la parte de su familia que vive en Ourense. Su duda se convirtió en título y punto de partida de la investigación con la que los veinte alumnos de su clase, de 5º de Primaria, ha conquistado el Premio Luis Freire de Investigación Científica en la Escuela.

"El proyecto surgió como una pequeña investigación para meter a los niños en lo que es el método científico. La idea era buscar recursos próximos a nosotros, accesibles, para que vieran que la ciencia no solo está en los laboratorios", explica la tutora de los pequeños y guía de la investigación, Ana Bouzas. El tema surgió de distintas propuestas realizadas por los niños y, en concreto, de la "pequeña anécdota de un compañero", que compartió sus observaciones sobre los cambios en la evolución del pan en función del lugar donde se encuentre. O al menos esa era la hipótesis de la que partieron.

"Con la primera hipótesis, barajamos las variables climatológicas y fuimos poco a poco viendo cuáles son las que podíamos tener en cuenta. Tomamos la temperatura, humedad, luz y el contacto o no con el aire", cuenta Bouzas. En su propósito de realizar la investigación con recursos "próximos", cogieron una incubadoras de huevos y en ellas midieron la temperatura y humedad a la que sometían a los trozos de pan. "En una aumentábamos la temperatura y en la otra, la humedad, partiendo de las condiciones que había en el aula. Y ahí se nos fue todo al traste porque ya vimos que se endurecía muy pronto con la temperatura y la humedad", cuenta la docente.

Después comprobaron los efectos de la luz y el aire sobre el pan. "Cogimos botes grandes de cristal y dejamos un trozo de pan dentro de un bote al que le diera la luz natural, no sol directo, y otro trozo tapado. Con el contacto con el aire, igual. Un trozo lo dejamos a temperatura ambiente, sin cerrar, y otro en un bote cerrado. Descubrimos para nuestra sorpresa que las variables más influyentes eran la luz y el aire", explica la profesora. "La muestra del aire que estaba cerrada sí que estuvo muy blandita casi hasta el final. Y la de la oscuridad también, pero al cuarto día ya le salió moho", relata.

En total, realizaron ocho medidas de muestras en 15 días. "Una cosa era ver cómo se endurecía y otra cosa era comprobarlo", apunta la profesora. Para contar con valores cuantificables, los chicos hicieron "una tabla de Mohs „que se utiliza para medir la dureza de los materiales„ y buscaron cuatro elementos: plastilina, un trozo de cera de abeja, una muestra de yeso y un cacho de losa", detalla Bouzas. "Iban pasando el pan por los distintos elementos y comprobaban si marcaba los elementos y si lo hacía con más o menos fuerza. Una vez hecho eso, hicieron un registro de las medidas. Anotaban el nivel de dureza en la escala, pasaban a ordenador los datos, realizaron gráficas y analizaron los datos para sacar conclusiones", cuenta la docente. "Fueron viendo que no siempre la idea primera es la certera. Había que modificar la hipótesis", explica. La conclusión fue que el modo en que se conserva el pan "no depende tanto de la temperatura y la humedad como de cómo se conserva. Cuanto menos contacto con el aire, más blando estará".

"Para un primer paso, fue una experiencia muy gratificante. No lo habían hecho antes y encima es sobre un símbolo de Carral', añade Bouzas. Como premio, los chicos participarán en la feria Galiciencia y realizarán una visita especial al Aquarium Finisterrae de A Coruña, donde visitarán partes no siempre abiertas al público y participarán en la alimentación de las focas, cuenta la profesora.