En la entrada del parque forestal de Monticaño hay dos grandes edificios. Hasta 2011 albergaron un restaurante y una cafetería. Ese año cerraron sus puertas al caducar la concesión municipal. Desde entonces han quedado abandonados y han sido víctima del paso del tiempo y del vandalismo. El Concello asegura que tiene previsto ejecutar la construcción de una nueva planta más y que después sacará a gestión la gestión del establecimiento hostelero.

El Gobierno liderado por Carlos Calvelo aseguró al poco de hacerse con la Alcaldía que quería que Monticaño funcionase "tan bien" como el monte de San Pedro, en A Coruña. Estos dos enclaves fueron antiguas baterías de costa del Ejército.

El concejal de Obras, José Ramón Amado, aseguraba en 2011 que renovaría la concesión del restaurante y que abriría un nuevo concurso público. Un año después, el Concello explicó que reformaría el restaurante. En 2015, el alcalde, Carlos Calvelo, anunció que el Ejecutivo construiría una planta más en el edificio. Ninguno de estos anuncios se ha hecho realidad hasta el momento. El local hostelero ha estado abandonado todo este tiempo. El Gobierno local asegura ahora que tiene intención de encargar un proyecto para construir una planta más y que después sacará la gestión del restaurante a concurso público.

Los vándalos y el paso del tiempo no han perdonado al establecimiento hostelero. El edificio más dañado es el que acogió el restaurante. Varias ventanas están rotas tras recibir pedradas. Incluso hay varios ventanales completamente abiertos. Las puertas están destrozadas y se puede acceder al inmueble por varios sitios. En los alrededores, las farolas han sido víctimas de los robos de cable y una plataforma de madera está dañada.

El panorama no es mejor en el interior. Hay cuartos con cascotes y hay electrodomésticos abandonados. El salón más grande tiene residuos en el suelo y conserva lo que en su día fue un expositor. Un almacén lateral también está accesible. Contiene restos de productos de limpieza y trozos de madera. A la cocina también se puede entrar, aunque apenas queda parte de lo que en el pasado fue la campana extractora.

La casa del que fuera el vigilante del parque (ya no tiene) está tapiada para evitar la entrada de intrusos. El edificio que albergó la cafetería por el momento está cerrado, ya que en la actualidad se utiliza como almacén por parte de los encargados del mantenimiento del parque.

Monticaño se quedó el pasado año sin sus dos antiaéreos y los restos de un antiguo cañón Vicker que estaban esparcidos en el lugar. El Gobierno local arteixán informó de que el Ministerio de Defensa retiró estas piezas de artillería y las trasladó a la localidad de Astorga, en la comunidad autónoma de Castilla y León. La base ahora solo cuenta con un cañón Vicker (fabricado en el año 1928, según figura en la propia pieza). También cuenta con el búnker del telemetría, que los militares empleaban para apuntar los cañones. El Concello solicitó hace tres años al Gobierno central la retirada de estos elementos de esta base militar.

El parque de Monticaño es un testimonio singular de la historia militar española del siglo XX. Esta base nació en la década de 1920 como parte del plan ideado por el Gobierno de Primo de Rivera para defender el golfo Ártabro (el tramo de litoral que va desde a Ferrol a Caión).