¿Le gusta Oleiros para pasar el verano?

Aquí ha veraneado casi siempre mi mujer. Viene algunos años y yo lo hago una vez cada cierto tiempo. Aquí estamos muy bien, este año estaremos más tiempo que otros.

Si ha cruzado hasta A Coruña, conoce el puente de A Pasaxe, del que se proyecta una ampliación para solucionar los problemas de tráfico en su conexión con Oleiros. ¿Ampliarlo es la mejor solución?

Sin duda alguna. Debe hacerse una ampliación adecuada frente a tanta circulación. Y no es fácil de hacer. Porque es un puente muy ancho y aún va a ser más ancho. De todos modos, también hace falta un cambio en el concepto de movilidad para evitar que haya tanto tráfico.

Tiene 83 años y trabaja desde hace casi 60. ¿Un ingeniero nunca se jubila?

Ya está bien. Probablemente me jubile antes de acabar el año. Ya son años 83, y ya no viajo tanto, pero mientras uno está bien... También tengo una oficina de proyectos y de allí no me pueden echar [risas].

¿Usted pasa por un puente y lo analiza, lo estudia?

Los hay buenos y los hay malos, y los hay muy interesantes. He viajado mucho por todo el mundo y he hecho eso con mi mujer. Cogíamos el coche, ella conducía y seguíamos itinerarios por Francia, Alemania, Italia y otros países en busca de puentes que me interesaba ver con mis propios ojos, detenerme en ellos de verdad.

¿Qué es lo más difícil al concebir y diseñar un puente?

La tecnología misma de los puentes es muy grande y tiene recursos para casi cualquier problema que se le presente a una construcción. Las dificultades dependen mucho de la luz del puente, la distancia entre los dos apoyos más próximos. No es lo mismo 20 metros que 17 kilómetros, como en Gibraltar. El problema crece conforme la luz aumenta, o según qué tiene por debajo, que puede ser una autopista o un río. El mismo puente de A Pasaxe es un puente hermoso y bien diseñado con su luz determinada.

¿Qué relación tiene con sus proyectos? ¿Se pelea mucho con ellos?

Hay veces en que hay que pelear mucho con ellos porque plantean problemas muy difíciles de resolver y que están condicionados por el agua o por la tierra sobre la que están, por una cimentación inadecuada... Al enfrentarse a estos problemas suelen surgir soluciones nuevas a las previstas. El que diseña un puente se puede equivocar, pero la tecnología es muy fuerte y capaz de resolver los problemas.

¿La funcionalidad de un puente suele chocar a menudo con su estética?

No se puede incumplir la funcionalidad, eso es una obligación. Lo de la estética ya es distinto. Los puentes pueden ser hermosísimos, auténticas obras de arte, y hacer uno hermoso es un logro maravilloso. Ahora la gente ya se da cuenta de ello y empieza a buscarlos para conocerlos.

¿Es frustrante para usted que haya en España una buena formación en Ingeniería y se construyan pocos puentes?

Lo que queremos es trabajar en nuestra tierra, yo lo he hecho, pero también he tenido que trabajar mucho en el extranjero. El acondicionamiento de las vías públicas en España está bien resuelto y el Ministerio de Fomento o no tiene dinero para puentes o no quiere construirlos, salvo algunos tramos de carretera y tramos del tren de alta velocidad, que da lugar a puentes importantes. No hay trabajo para vivir de los puentes en España, con la cantidad de ingenieros que hay. No se los alimenta. La formación es muy buena, por lo que hay que trabajar fuera. Nosotros lo hacemos en Estados Unidos, en Canadá, México, Filipinas... países para los que los ingenieros españoles están muy capacitados.

Habla con mucha pasión sobre su profesión. ¿Lo traslada al trabajo en sí?

Dedicarse a una profesión como la mía requiere años y pasión. Es que amo lo que hago y amo hacerlo muy bien, y me interesa lo que hacen los demás, y aprender de los que lo hacen mejor. Así se forma una especie de mundo interior respecto a los puentes que consigue expresarse; si has construido bien ese mundo interior, pues haces buenos puentes. Eso le pasa también a los arquitectos o a los pintores o músicos. Así surgen las obras de arte.

¿De cuál de sus obras se siente más orgulloso?

Generalmente, la que más cuesta hacer es la que más amas fuertemente, y no tiene por qué ser la más importante que hayas hecho. A mí me gusta mucho el puente Euskalduna, en Bilbao, sobre la ría, que me planteó muchos problemas. Me pasa lo mismo con el puente del embalse de Barrios de Luna, uno muy grande que hay en la autopista de Madrid a Asturias, en el que pensé que no sería capaz de saltar 440 metros de longitud sin tocar el agua. Pero hubo otros puentes más modestos, como el de Cuatro Caminos en Madrid, que lo han tirado, que me han gustado mucho y al que no se le dio tanta importancia.

¿Y qué puentes que no son suyos diría que son obras perfectas?

Por ejemplo, los puentes de Nueva York, que se hicieron hace cien años, como el de Brooklyn y el George Washington. O el Golden Gate de San Francisco, que es una maravilla.

En Galicia hay otro puente colgante, el de Rande en Vigo.

Lo conozco. Es un puente excelente, sin duda alguna. Fue un proyecto de un ingeniero italiano y su ampliación reciente, a cargo de un ingeniero español, ha sido estupenda.