Yanilet Temprano nació en Caracas de padre gallego, de Santa Cruz, y madre venezolana. "Mi padre emigró en los años cincuenta y nunca regresó. Le regalaban el pasaje y no quiso volver. Yo allá me gradué como arquitecto y con diplomado en Gerencia y Coaching. Trabajé muchísimo en una oficina de arquitectura. Montamos una empresa de construcción, con mi esposo. Un día mi esposo recogió a los niños del colegio y no regresó, no contestaba al móvil. A las tres o cuatro horas me llamaron los ladrones. Se quedaron con el coche, el dinero, los móviles y dejaron a mi marido e hijos en una carretera. No lo mataron porque iba con los niños. Fue cuando decidimos marchar. Cuando pasó eso, al ver que no había futuro, que había poco más que para comer, que no podías comprar nada, el clima de inseguridad... Mi hija se graduó en Psicología, quería hacer un posgrado en Barcelona, mi hijo también se quería ir. Y nos decidimos, sacamos los papeles y nos vinimos en septiembre de 2017 a Santa Cruz. Tenía aquí a un primo hermano que me ofreció su apoyo, ya me buscó un piso de alquiler. Yo no tuve problemas de papeleo pero mi esposo sí, ahora por fin le acaban de renovar la residencia por cinco años. Si no, no puedes trabajar. Mis estudios no he podido homologarlos, solo el bachiller. Al año de llegar conseguí un trabajo, en una casa, con una familia muy buena. Y recientemente también trabajo como monitora de transporte escolar, un trabajo que me encanta, me río mucho con los niños. Aún estamos en proceso de adaptación, son culturas muy diferentes. Extraño mucho a mis amistades, a mi mamá y a mi hermano. No vendimos nada de allá porque tenemos la esperanza de volver. Cuando mis hijos se estabilicen, quizá mi esposo y yo nos regresemos. Me han tratado bien, pero extraño mucho mi casa. Es impresionante la cantidad de venezolanos que han llegado. Para el que está sin papeles, es muy cuesta arriba, y lo de los precios de los alquileres, es gravísimo".