En Culleredo, Ricardo y Mercedes construyeron con pocas herramientas un cuento: el de dos abuelos a los que el más villano de los virus, la Covid-19, los confinó en su casa y los apartó de lo que más quieren, sus dos nietas. "Viendo las casitas que se hacen con palé... pensé que podíamos hacer una para las niñas, pero sin que se enteren", explica uno de los protagonistas de esta historia.

Buscaron en Internet cómo fabrican las casitas de jardín con palés y buscaron todo tipo de maderas. Así, entre martillazos y brochazos su idea fue cobrando vida. "Yo le ayudé a pintar algo", apunta orgullosa Mercedes mientras explica como reutilizaron juguetes y viejos muebles que tenían en casa para dar vida a su obra. "Todo es reciclado", apunta.

El secreto quedó oculto durante tres eternos meses hasta que se rompió el hechizo del confinamiento y ya en la desescalada hacia la nueva normalidad recibieron la visita de sus nietas que en el jardín descubrieron la sorpresa: la casa de madera que devolvió la sonrisa a Judith, a Miriam y a sus abuelos. "No me esperaba para nada que me construyeran esta casita para mi y para mi hermana", comenta emocionada la mayor de las nietas de Ricardo y Mercedes. Encantadas, ni la malvada Covid-19 pudo evitar que de nuevo vivan, muy felices.