En el café Lanzós, uno de los pocos locales del área betanceira con una programación estable de conciertos, no se ha subido un músico al escenario desde la declaración del estado de alarma. Adolfo Sánchez, uno de los propietarios, fue uno de los primeros en alzar la voz para reclamar una normativa clara que le permitiese recuperar los viernes de música en vivo. "Lo llevamos con paciencia, poco se puede hacer; lo que tengo claro es que no voy a ofrecer a un músico un concierto para que saque 50 euros de entrada, me daría vergüenza", dice resignado. Este veterano hostelero tiene claro que la seguridad es lo primero, pero urge medidas para un sector desamparado: "Lo que tiene que hacer el Estado es poner pasta, dar ayudas al sector, hay mucha gente que vive de la música", reclama.