Tu noticia se ha recibido como un jarro de agua fría, ha dado un vuelco al corazón a todas las personas que han tenido el placer de conocerte, todos tus amigos, clientes, compañeros del leonismo y diversas asociaciones a las que has honrado prestando servicio o dedicando o tiempo durante tu camino, el tiempo lo único que una persona regala y que jamás recuperará, nunca olvidaremos esa enseñanza que tu nos has dado. Escribiendo con un nudo en la garganta. Uno nunca se puede imaginar este momento, sin embargo, has enseñado y aportado tanto, que dedicarte estas palabras es lo mínimo que se puede hacer para devolverte parte de lo que le has dado a tanta gente.

En la última reflexión, como punto de partida en las asambleas del leonismo, una compañera y amiga tuya dijo: “Lo que hacemos por nosotros mismos, se va con nosotros, lo que hacemos por los demás, permanece y es inmortal”. No se puede reflejar mejor la realidad. Hoy no te vas, nunca lo harás mientras sigas en el recuerdo de todos aquellos que hemos tenido placer de conocerte y haberte vivido, así como a tanta gente a la que has ayudado durante todos estos años.

Por desgracia, se ha hecho realidad una frase que tantas veces has dicho, y para la que nadie ha estado preparado nunca, “Ricardo no va a estar ahí siempre…”. Nos toca seguir este camino sin ti, y sinceramente, no sé si seremos capaces, pero lo intentaremos, como tú nos has enseñado, con tu fuerza, con tu garra, sin juzgar nunca a nadie, intentando hacerlo lo mejor que sepamos, y si nos toman el pelo, pues no los han tomado, pero nosotros lo habremos hecho con nuestra mejor intención.

Es duro imaginar un mañana sin tus broncas, sin tus bromas, sin tus discursos, sin tus llorada, sin tus mil y un correos leídos sin dejar de leer ni una coma, pero podremos hacerlo porque lo que nunca dejarán de estar son tu ejemplo y tus enseñanzas. Es por ello, que hoy nos toca a todas aquellas personas que hemos compartido parte de nuestra vida contigo, no presumir de ser león como tus nos has dicho tantas veces, presumir de haber conocido a Ricardo Gómez Pico.

Lo ocurrido, lamentablemente, forma parte del ciclo de la vida, por desgracia quizás algo más prematuro de lo que correspondía. Nuestros caminos se separan momentáneamente, es por eso que esta carta no es una despedida, es un homenaje porque tu legado continuará y aunque sabemos que no es posible hacerlo mejor que tú, lucharemos, como tu querrías, para tratar de hacerlo por lo menos igual de bien que tú.

Gracias Ricardo, gracias amigo, gracias compañero…

Del Club de Leones y de toda la gente que ha formado parte de tu camino.