Mónica y Rocío Otín de niñas escuchaban a sus padres y a los vecinos que iban a comprar el pan al “forno”, al de la señora Manola. Nunca pensaron que algún día ellas tomarían el relevo, tras dejar sus trabajos relacionados con la decoración y el sector inmobiliario y se reciclarían en emprendedoras del sector de la panadería. En abril de 2017 estas dos hermanas abrieron las puertas de su obrador (no es despacho, allí se hace pan) en la casa donde estuvo tantos años la señora Manola, un edificio ya centenario, e incorporaron al que fue su artesano del pan. Recuperaron el viejo nombre que le daban en la localidad, O Forno de Guísamo, en Bergondo.

Este negocio local ha sido el tercer proyecto subvencionado por el Grupo de Acción Local do Sector Pesqueiro Golfo Ártabro Sur y elegido como ejemplo de buenas prácticas por la Red Española de Grupos de Pesca, debido a que además de un pan artesano, han iniciado una línea de empanadas “con sabor a mar”, hechas con pescados y mariscos, de mejillones, bacalao o bonito, que adquieren a productores del entorno.

“Utilizamos harinas de mucha calidad aunque sean más caras porque los panes quedan más hidratados y te duran más tiempo”, cuenta Mónica, quien descubre que el gran secreto de una buena empanada es “la cebolla”. Por eso trabajan en otro proyecto para lograr que los productores cultiven una única variedad de cebolla “y que la empanada sepa siempre igual”, debido a la influencia que tiene en el sabor final.

“Estas empanadas no repiten”, advierte el padre de estas emprendedoras, Antonio Otín, que se ha implicado también en esta actividad, y que destaca que a diferencia de otras panaderías, en este obrador “apenas se utiliza levadura” porque se deja la masa fermentando veinticuatro horas en una cámara. Es decir, que no necesita masa madre ni nada (que deja el pan más ácido), como se hacía antes, respetando los tiempos del pan. “Tiene mejor sabor y al tercer día aún está como el primero”, asegura Antonio.

El GALP Golfo Ártabro ha destacado de esta iniciativa el hecho de que une “innovación y tradición” y además “apuesta por la economía local” y supone una forma “diferente” de comercializar productos pesqueros. “La subvención del Galp está muy bien, son gente que nos ayudaron mucho y con muy buen trato, resolviendo nuestras dudas. Mucha gente desconoce que existen estas subvenciones”, apunta Mónica.