Ana Castillo comenzó a sospechar que “algo no iba bien” cuando su hijo aún no había cumplido los cuatro meses. “No movía los brazos, no movía las piernas, ¡no se movía!, era como un muñeco. Con cuatro meses era como un bebé recién nacido”, relata esta vecina de Sada de 23 años, madre de dos hijos, que trasladó en varias ocasiones su preocupación al pediatra: “Me decía que estaba bien, que no me preocupase”.

El diagnóstico llegó finalmente cuando el pequeño cumplió un año: atrofia muscular espinal tipo 1, también conocida como la enfermedad de Werding-Hoffman, una dolencia rara y congénita severa.

“Nos lo dijeron el 1 de marzo”, cuenta. Ese mismo día contactó con Servicios Sociales de Sada para pedir asistencia y asesoramiento. “Asumir que tenía que pedir la discapacidad para mi hijo fue muy duro y estaba totalmente perdida, no sabía qué tenía que hacer”. Justo el día en que el bebé empezaba su tratamiento, Ana recibió la llamada de Servicios Sociales: Un rayo de luz que no tardó en cubrirse. Su pesadilla burocrática comenzó con la petición de una cita telemática, dado que debía permanecer las mañanas en el hospital. “Quedaron en llamarme, pero no lo hicieron; llamé por teléfono y no me atendía nadie, así que un día fui con mi pareja hasta Servicios Sociales. Nos atendió la educadora social, tomó nota de nuestra petición y nos dijo que se pondrían en contacto con nosotros, cosa que no ocurrió”, critica.

Al pasar el tiempo y no recibir respuesta, llamó de nuevo: “Me dijeron que había sido error mío por no pedir cita presencial”, cuenta esa vecina, que concertó cita para el 26 de abril, que fue anulada unos días después por la baja de la trabajadora social. Ante esta situación, pidió cita con la trabajadora social del hospital Materno Infantil, que le explicó los pasos que debía dar para solicitar el certificado de discapacidad, para lo que precisaba un informe social al Concello. Con esos datos, Ana pidió una cita con la concejala, Isabel Reimúndez: “Me dijo que el problema es que no había trabajadores sociales, pero que iba a hacer todo lo posible, pero no hizo nada”,

Por mediación de la trabajadora social del Materno, cuenta, Servicios Sociales le concertó una nueva cita. “Me dieron una documentación para que la cubriese, pero me dijeron que no me valdría de nada aún, porque hacía falta un informe que solo podía hacer un trabajador social”. Ana presentó igualmente la documentación ante la Xunta, que tiempo después le advirtió que, o entregaba ya el informe, o retrotraerían el expediente. “Voy a Servicios Sociales y me entero de que ya tienen trabajador social y que no me avisaron. Me dicen que la trabajadora está muy ocupada, pero que no me preocupe, que tienen un acuerdo con la Xunta que les permite entregar la documentación con retraso. En la Xunta y me dicen que eso no es cierto. Ahí exploté”, cuenta. Ese día, 21 de junio, presentó una queja: cinco folios escritos a mano que entregó por registro. “Poco después me llamaron y me resolvieron el problema”, relata.

No es su única queja. Cuenta que el Concello le denegó una tarjeta de estacionamiento provisional en las plazas de movilidad reducida hasta que le reconociesen la discapacidad a su hijo. Relata que en su calle hay tres plazas, que la silla que el Materno le entregó para su hijo es “muy aparatosa” y que una responsable de la policía le dijo que excepcionalmente le permitirían aparcar, aunque siempre con preferencia para personas con tarjeta. Denuncia que, pese a ello, recibió dos multas sin previo aviso y que recurrió sin éxito. Una de ellas, incide, por aparcar “durante menos de una hora”. La policía negó haberle dado ningún permiso.

El Concello admite la demora de Servicios Sociales en atender a esta vecina, que difundió en redes un vídeo en el que relata su caso que suma ya más de 12.000 reproducciones. El Ayuntamiento apela a la “saturación” del departamento en esos meses, en los que la sobrecarga por la pandemia coincidió con la baja de dos trabajadoras sociales y la marcha de otros dos a otros concellos. Incide en que la situación ya está encauzada, con los puestos cubiertos, y apela al esfuerzo que ha realizado el Ejecutivo durante estos años para reforzar el departamento con una nueva educadora y dos plazas más de trabajador social que ahora incluirá en la RPT para combatir la temporalidad.