“Fatal”, “deseando que se acabe” o “resignados” se encuentran los vecinos de la zona del cruce de Sol y Mar, donde las máquinas para perforar el túnel trabajan, con el inexorable ruido que las caracteriza, desde hace días. El incremento de metros para realizar los recorridos antes habituales y la lentitud con la que, a juicio de varios residentes, avanzan los trabajos, motivan el descontento en el ámbito en el que, cuando todo acabe, habrá una ansiada rotonda.

Justo en el portal ante el que este jueves trabajaba la máquina perforadora viven, en un primer piso, Raquel Martínez y Óscar Castro. El ruido es lo que más turba a esta pareja: ella confía en acostumbrarse al bramar de las máquinas y en que pronto se vayan alejando por la avenida, mientras que él se muestra “resignado” y solo pide que “la obra quede bien”. “Estoy deseando que se acabe. En teoría quedan dos años, pero es raro que en las obras no surjan imprevistos y acaben en el plazo”, señala Martínez, quien advierte, por otra parte, del caos y las retenciones que augura para este verano en la vía, que suele acumular atascos en la época de vacaciones y playa.

Los repartidores acusan el importante aumento de metros y tiempo que deben asumir para cumplir con sus entregas. “No te imaginas lo que supone de recorrido y de tiempo. Y eso que los obreros fueron majos y por momentos me habilitaron huecos para pasar y no tener que dar toda la vuelta cuando había que dar el rodeo más largo”, asegura una empleada de reparto, aunque, apunta, de haber pasado algo, sería su responsabilidad. La trabajadora confiesa llevar “mal” el impacto de los trabajos en la zona, que afectan a su labor diaria desde hace “cerca de año y medio” y a los que les queda todavía más.

Mientras dos jubilados observaban entretenidos la actividad de la gran máquina perforadora desde la acera de enfrente, un grupo de mujeres cruzaba la avenida, unos metros más lejos de A Pasaxe, tras el pertinente rodeo marcado por las barreras New Yersey, y protestaba por el amplio trecho de la vía que se ve condicionado por los trabajos y por la lentitud con la que avanzan. “Fatal”, respondió una vecina preguntada por cómo lleva la obra. “No es normal que lleven dos años y aquí solo haya trabajando entre dos o cuatro obreros y la obra no avance”, protestó su compañera de ruta.