Cambre, tierra de castros

El plan xeral cataloga once asentamientos castrexos entre los 19 bienes arqueológicos

Castro de San Lourenzo, del que falta media muralla perimetral. // L.O.

Castro de San Lourenzo, del que falta media muralla perimetral. // L.O. / Sara Vázquez

Más allá de los castrexos y romanos que residieron en la capital municipal, la vida hace dos milenios florecía en más puntos del concello de Cambre. El catalogo del Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM), que se expone al público, recoge once asentamientos castrexos en el concello entre los diecinueve elementos arqueológicos inventariados, junto con tres yacimientos, tres mámoas, y una referencia. Los elementos de interés arqueológico suman así más del triple de los que recogían las normas subsidiarias, seis.

Castro de San Lourenzo, del que falta media muralla perimetral por orden de dueños del suelo.   | // L. O.

Petroglifo en Penas Boas. | // L. O. / Sara Vázquez

“Cuenta la leyenda que desde el castro de Meixigo los mouros jugaban a los bolos por un túnel aéreo que comunicaba con los habitantes del monte Xalo”, narra la ficha del catálogo que explica las características y la historia del castro de San Lourenzo de Meixigo. El asentamiento sufrió el “expolio” de la mitad de su muro perimetral, trasladado en paleadoras por orden de propietarios de parte del suelo. Semejante suerte corrió el castro de Armental, cuya croa se encuentra destrozada después de que en el interior del recinto se creara una cantera que ha dejado un agujero que ocupa casi la mitad del recinto. La muralla, eso sí, se conserva en su mayor parte.

Cambre, tierra de castros

Zona del castro de Sigrás / Sara Vázquez

En el castro de Pravio, la corriente del regato de Gándara, que en su día abasteció y ayudó a disuadir a posibles enemigos de subir el incómodo camino, se mantiene como el principal obstáculo para llegar a la croa, describe la ficha. Del castro de Frais quedan restos de la muralla defensiva y un molino de mano que se guarda en el jardín, además del topónimo del lugar, A Mota, que “permite deducir la existencia de este castro”, asegura el catálogo.

En un lugar desde el que “domina todo el entorno”, el castro de Cambre o Castromaior conserva la línea externa de defensa, mientras que la interior está “prácticamente destrozada”, describe el documento. “Un extraordinario bastión de control de las rutas naturales” en “relación de dominio y control visual del valle del río Mero y del valle de Veiga” es el castro de Sigrás, cuyas terrazas y croa se conservan en buena parte en el pazo de Sobrecarreira.

Del castro de Lema quedan solo restos de un foso y una muralla “en muy mal estado”. Castrillón, en Pravio, se encuentra cubierto de construcciones. El castro de Brexo formó parte del pazo de la Pagueira y hoy es imposible el acceso y el de Bribes está “muy desfigurado”, como el de Brandariz, en Santa María de Vigo.

En la misma parroquia figuran las primeras muestras de “una cultura material que comienza a transformar el paisaje”, en la Edad de Piedra: las mámoas del monte Castro y monte Cacheira. En A Barcala se encuentran las Penas de Nosa Señora: una gran roca con petroglifos que simbolizan “mesas de ofrenda y la “cama de la Santa” o “de nuestra Señora”, que pudo servir antiguamente para rituales de fecundidad.

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