‘Vagalume’, la librería que “iluminó” Arteixo

El establecimiento, que fue el punto de encuentro para varias generaciones de jóvenes, cierra después de casi 40 años

Ofelia Ramos posa en el mostrador de Vagalume a mediados de los 80.  | // ARCHIVO OFELIA RAMOS

Ofelia Ramos posa en el mostrador de Vagalume a mediados de los 80. | // ARCHIVO OFELIA RAMOS / Adrián G. Seoane

Adrián G. Seoane

Adrián G. Seoane

La popular librería Vagalume de Arteixo, situada en la calle Farmacéutico Manuel Fernández Llamazares, bajó la persiana por última vez el pasado 30 de noviembre. Su propietaria, Ofelia Ramos, cierra el negocio por jubilación después de casi 40 años de servicio a la ciudadanía, llevándose consigo cientos de recuerdos: desde los niños que se paseaban por la librería a mediados de los 80 para hojear y comprar tebeos hasta las fiestas de disfraces que los chicos organizaban en la trastienda.

Ofelia Ramos en la librería el día de su jubilación.   | // LA OPINIÓN

Ofelia Ramos en la librería el día de su jubilación. | // LA OPINIÓN / Adrián G. Seoane

Ramos, que nació en Venezuela de padres emigrantes gallegos, llegó con su familia a España en 1981 cuando tenía 18 años y, al poco tiempo, se casó con Alberto Rodríguez, profesor de EGB en el colegio de Galán. En 1985 abría sus puertas la librería Vagalume, cuando apenas había un puñado de establecimientos de este tipo en Arteixo. “Al principio queríamos poner un comercio de ropa, pero coincidió que una librería de aquí lo dejaba y nos daba parte del mobiliario, por lo que al final nos decidimos por la librería”, relata Ramos, que eligió el nombre de Vagalume por su “significado y sonoridad, y porque era un nombre que en aquel momento no se solía ver en los negocios”.

Un punto de encuentro para los jóvenes

Para la librera, el establecimiento pronto se convirtió en su “segunda casa”. “Cuando yo empecé, aquí no había más que un parque con un solo columpio, así que los niños de la zona venían para la librería a pasar el tiempo conmigo”, explica la propietaria de Vagalume. Los chavales se pasaban horas leyendo cómics: desde los clásicos de Ibáñez hasta las historietas de superhéroes de D.C. y Marvel. “Tenía una mesa bastante grande. Ellos se sentaban alrededor y eso de repente se convertía en una biblioteca para todos los públicos”, explica Ramos.

A medida que Arteixo fue creciendo lo hizo también la librería, que se acabó convirtiendo en un punto de encuentro para los jóvenes del pueblo, que llegaron a organizar fiestas de disfraces por Carnaval en el almacén. De hecho, en las paredes de Vagalume todavía se pueden observar algunas de las marcas que realizaba Ramos para señalar la altura de los niños según crecían. “Ponía las rayitas junto a sus iniciales. En esa época todo era muy distinto”, rememora con nostalgia. “Aquellos niños que venían a pasar el rato a la librería ahora ya peinan canas, algunos han tenido hijos y otros se han marchado de Arteixo”, señala pensativa.

Durante estos casi 40 años Ramos ha tenido la oportunidad de conocer muy cerca a sus clientes y convertirse en su amiga y confidente, pues algunos de ellos han acudido a la tienda “desde el primer hasta el último día”. “Me parece increíble que ya hayan pasado 38 años. La verdad, los he pasado muy a gusto y he disfrutado muchísimo”, reflexiona la librera, que está vaciando la tienda poco a poco para no verse afectada “psicológicamente”. “Ahora, lo que me gustaría hacer es viajar algo y aprovechar cada minuto, porque este ha sido un trabajo muy atado”, indica.

Suscríbete para seguir leyendo