Verde y Azul

El abandono del monte y la sequía convierten España en un polvorín

Los incendios han destruido en lo que va de año 70.000 hectáreas de masa forestal. La Administración renuncia a la gestión del bosque y favorece la urbanización en zonas riesgo. La mayor parte de los siniestros son intencionados

Incendios forestales. Más de 70.000 hectáreas de bosque han sido ya destruidas por el fuego en España en lo que va de año. La crisis rural provoca el abandono del monte y de las prácticas que tradicionalmente contribuían a su conservación. Paradójicamente, esto se produce cuando la superficie forestal registra un ligero aumento en la Península.
El abandono que sufre el monte está convirtiendo a España en un auténtico polvorín, tal y como ha vuelto a ponerse de manifiesto este año. Hasta el momento han ardido en el país unas 70.000 hectáreas, según el Ministerio de Agricultura, una cifra que sigue recordando la magnitud del problema.

Los meteorólogos y expertos en incendios forestales ofrecen los peores augurios, debido a la sequía que afecta a toda la Península Ibérica y que ya provocó incendios en el norte peninsular durante el invierno, una situación que no recuerdan ni los más ancianos. La estadística sitúa a 2019 como el cuarto año con más extensión quemada en la última década después del catastrófico 2012, en que ardieron 216.900 hectáreas arboladas, y de 2017, con 176.000.

En nuestro país faltan acciones de prevención y gestión de los montes: podas, limpias o cortafuegos. Pero, sobre todo, lo que ha ocurrido en los últimos diez años es que no ha habido gestión de la llamada ‘interfaz urbano-forestal’, es decir, la frontera entre las urbanizaciones que se han permitido construir en las laderas y márgenes de los bosques y el propio bosque. En estas zonas hay que restringir los usos posibles (barbacoas, quema de rastrojos), especialmente en época de verano, cuando el riesgo es mayor.

Antonio Córdoba, coordinador de la Generalitat Valenciana en el operativo para extinción de incendios en la provincia de Alicante, revela un problema que es aplicable a toda España. «Cada vez hay más masa forestal. El abandono de los campos agrícolas y de oficios tradicionales como la ganadería o el aprovechamiento de la leña propicia que la extensión esté creciendo. Se practican franjas auxiliares al lado de caminos y carreteras, y también se obliga a las compañías eléctricas a desbrozar alrededor de las líneas y cableados. Pero no es posible llegar a todos los sitios, porque la masa forestal es mucha y va creciendo».

Cuando la humedad del terreno baja del 30% las plantas son incapaces de obtener agua del suelo, con lo que se van secando poco a poco. Este proceso provoca la emisión a la atmósfera de etileno, un compuesto químico presente en la vegetación y altamente combustible. Tiene lugar entonces un doble fenómeno: tanto las plantas como el aire que las rodea se vuelven fácilmente inflamables, con lo que el riesgo de incendio se multiplica. Y si a estas condiciones se suma la existencia de períodos de altas temperaturas y vientos fuertes o moderados, la probabilidad de que una simple chispa provoque un incendio se vuelve significativa.

En España, cada vez hay más masa forestal, pero está peor gestionada y más abandonada, lo que favorece los incendios

Por otro lado, al margen de que las condiciones físicas sean más o menos favorecedoras de un incendio, hay que resaltar que, en la gran mayoría de los casos, no son causas naturales las que provocan el fuego, sino la acción humana, ya sea de manera intencionada o no. Las causas se clasifican en varios grandes grupos.

En primer lugar, figuran los intencionados. Según datos del Gobierno, representan cerca del 60% de los casos que se producen todos los años en el país. Las motivaciones son variadas. Destaca la acción de los pirómanos, los usos cinegéticos, el vandalismo o las venganzas personales. En algunas ocasiones la causa tiene que ver con el intento de ahuyentar animales (lobos, jabalíes), la especulación urbanística, la animadversión contra las repoblaciones forestales o el deseo de bajar el precio de la madera.

Fuente: Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente | INFOGRAFIA: WWW.EPDATA.ES

Las negligencias y las causas accidentales representan un 20%-25% de los casos. En este apartado, las quemas agrícolas están también entre las causas habituales. Otras son las colillas y hogueras mal apagadas, motores y máquinas, quema de matorral, líneas eléctricas, quema de basuras, trabajos forestales.

También los rayos que caen sobre los árboles causan estas tragedias. Representan entre un 4% y un 5% de los casos, según el Ministerio para la Transición Ecológica.

Desaparece un almacén de CO2

El resultado de los incendios es letal, ya que los ecosistemas forestales juegan un papel fundamental en la mitigación del cambio climático, al capturar gases de efecto invernadero, como el CO2, que es secuestrado por ese gran almacén que es el sumidero forestal.

Una correcta gestión sostenible de los mismos puede ayudar a reducir la presencia de CO2 en la atmósfera, a fijar más carbono y a mitigar los efectos nocivos de la crisis climática. Los montes actúan como una infraestructura verde, con gran potencial de mitigación y adaptación al cambio climático, que es capaz de generar economía verde y ofrecer a la sociedad servicios ecosistémicos muy diversos. A pesar de ello, el propio cambio climático también contribuye al deterioro de los bosques.

El arbolado presenta los peores datos de deterioro desde hace 30 años en un proceso claro de decaimiento, según el último Inventario de Daños Forestales. Los bosques empeoran su estado, acuciados por una combinación letal de sequía y ataque de plagas y enfermedades acentuadas por el cambio climático, de ahí que el problema comience a ser muy grave. Los factores que afectan al bosque se alían entre sí y aceleran su destrucción. Por ello, el reto de las Administraciones es frenar estas amenazas.

INCENDIOS QUE LIBERAN GRAN CANTIDAD DE CO2

La rapidez con que se desarrollan muchos incendios nos sitúan ante un nuevo panorama en el que el cambio climático juega un papel muy relevante. Estos incendios extremos, bautizados como de sexta generación, se diagnosticaron a raíz del estudio de los grandes desastres de 2017 en Portugal y Chile. Se trata de siniestros que liberan grandes cantidades de energía y llegan a provocar la formación de nubes convectivas en capas altas de la atmósfera que alimentan su propagación. En el mes de junio de este año se han producido grandes incendios en las regiones árticas que han liberado a la atmósfera 50 megatoneladas de CO2, lo que equivale a la cantidad emitida por todos los incendios árticos producidos en el mismo mes entre 2010 y 2018. A esta situación hay que añadir además los grandes incendios producidos en el Amazonas, casi todos intencionados, y que han hecho de 2019 un año negro para las masas forestales mundiales.

Francisco José Benito

Hacer un comentario

Últimas Noticias