Dios los da y ellos se juntan. Esta especie de refrán viene al pelo para referirnos a lo acontecido en Bruselas en esa reunión anual en la que, año tras año, se producen los disparates de mayores proporciones que el mundo de la pesca europea ha visto hasta ahora. Unos disparates que -puedo estar equivocado- me reafirman cada vez más en la idea de que la Comisión Europea y, con ella, la Unión Europea no saben qué hacer con el sector pesquero.

Aunque, eso sí, ambas tienen la firme convicción de que el tinglado económico comunitario sería más y mejor si en lugar de contribuir al sostenimiento de un sector que no entienden se desprenden de él y asumen la importación de pescado de terceros países. Les sale más a cuenta, por no decir barato, y pueden vestir el muñeco afirmando que, de este modo, contribuyen al mantenimiento de países más pobres que aquellos que conforman la UE para que escalen hasta alcanzar un nivel de vida que acalle las conciencias y remordimientos de los que prefieren mirar para otro lado. Si a ello unimos el empuje decidido a la acuicultura nacional, pan sobre hojuelas.

En 2018 la flota pesquera española pescará un 12% menos de merluza que en 2017. Podrá capturar un 20% menos de caballa que el año actual. Un 24% de jurel se escapa de las redes. Y aquí, acostumbrados a decir que llueve cuando en realidad mean sobre nosotros, certificamos que Galicia no pierde nada. Todo lo contrario: nuestros barcos pescarán un 4% más que en 2017. O sea: 20.000 toneladas más. Y santas pascuas. Todos contentos, todos tranquilos, alabado sea el trabajo del Ministerio de doña Isabel y la Consellería de doña Rosa, princesas valientes que batieron el cobre en la capital belga y sin la ayuda de don Carles Puigdemont, que bastante tiene con lo suyo.

Otra vez hemos ganado. Y lo hemos hecho, usted y nosotros, porque la CE no redujo en la medida prevista los TAC y cuotas a aplicar el próximo año a España. Debemos encargar unas misas de agradecimiento y sacar a San Pancracio, abogado de lo imposible, en solemne procesión.

¿De verdad se creen que España no ha perdido nada y que, muy al contrario, ha ganado en el reparto de miserias que se ha realizado con nocturnidad y alevosía, no sé si con escalo también, en la capital comunitaria?

Si es así, me bajo en la siguiente parada porque ésta no es la Unión Europea sino la unión de traficantes y mercachifles al por mayor en la que armadores y tripulantes de las distintas flotas gallegas de pesca no tienen pito que tocar. Icemos bandera blanca y hundamos las naves, no para no salir huyendo sino para que otros no aprovechen los sistemas de ayuda a la navegación y la pesca.