Cuando se gestaron los cimientos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados (Anfaco) la revolución industrial era un pálpito incipiente en Galicia, si acaso maquillado con los primeros pasos de la construcción naval o la salazón de emprendedores gallegos y capital catalán. Pero aquella iniciativa acabó por agrupar a la segunda mayor industria conservera del mundo, con 10.400 millones de volumen de negocio y más de 250 empresas. "Nos reconciliamos con la incertidumbre", asintió ayer el secretario general de la asociación, Juan Vieites, tras la clausura de la ceremonia de entrega de las Medallas Anfaco. Un acto de doble celebración y algún recado a las administraciones. Uno a corto plazo y dirigido a Bruselas: "Evitar el impacto económico del incierto Brexit". Si el divorcio se ejecuta a las bravas, la conserva gallega afronta un arancel del 24%, con un sobrecoste de 60 millones de euros solo el primer año. Vieites reclamó también un abastecimiento suficiente de materia prima y el bloqueo en suelo europeo del pescado capturado de forma ilegal.

Anfaco premió con su medalla de oro al Senado, mientras que las de plata se las concedió a Fernando González Laxe y a Corina Porro. Con la de bronce galardonaron la trayectoria de cuatro trabajadores, esta vez de Jealsa (María Luisa Lojo), Cerdeimar (Julio Carril), Friscos (Margarita Soñora) y Calvo (Carmen Ferreiro).