La sardina es el objetivo. Pero es, también, la preocupación de aquellos que, en buena medida, viven de ella. Porque el jurel no está dando el rendimiento económico que se esperaba y el sector cerquero estudia la aplicación de medidas conducentes a lo que, hace años, proponían algunas cofradías de pescadores: aplicar cupos, fijar topes de captura por día y barco. Es decir, establecer máximos por embarcación de modo que todos los barcos y todos sus tripulantes pudieran obtener beneficios, aunque estos sean mínimos. Vale más ganar, aunque no sea mucho, que no ganar nada. Y el jurel no aporta, a día de hoy, las rentas que se esperaban. Tantos años pendientes de una abundancia suficiente para pescar más, para al final tener que entrar en la dinámica de pescar menos para incrementar el valor de lo que se pesca. Así de paradójico, así de lamentable. Por esto, precisamente, el sector pesquero gallego „especialmente el cerco„ pretende que la Xunta, la Consellería do Mar, se implique más, que actúe con mayor responsabilidad o, si se quiere, profesionalización para compatibilizar lo que sabe es posible y nadie quiere asumir: lograr la sostenibilidad de la pesca al tiempo que su rentabilidad y que los pescadores puedan comer todos los días sin tener que realizar acciones que saben les conducen a la ruina capturando más de lo que el mercado demanda y estableciendo, de esta manera, precios ridículos del producto que ni siquiera dan para pagar el consumo de combustible.

La experiencia del jurel en los últimos meses no es gratificante. Y por ello, escarmentados los pescadores, estos temen que la biomasa de la sardina „que se ha disparado a extremos increíbles en los últimos tiempos„ conduzca a la flota de cerco a una situación que no sea sino prolongación de la que ahora se vive con la pesquería del jurel: grandes cantidades en el parque de pesca de cada barco y un rendimiento económico nulo.

Se preguntan si va a ser así la campaña de la sardina. Y recuerdan que se ha pasado del anuncio de un posible cierre de la pesquería a la probable aplicación de fuertes incrementos de captura por barco.

Han sido un mínimo de tres años de apretarse el cinturón para, de repente, abrir la mano en la concesión de cuotas que a nada bueno conduce si es que el sector, motu proprio, no se aplica medidas de control en la pesca. Porque si el jurel no tiene valor, con la sardina puede ocurrir tres cuartos de lo mismo. De ahí que haya quien pretenda curarse en salud y reclame el establecimiento de topes para que, en la próxima primavera, todos y cada uno de los alrededor de 150 cerqueros que hay en Galicia „127 asociados a Acerga„ obtengan beneficios sin perjudicar a nadie y menos a la pesquería. Portugal, además, está vigilante, pendiente de lo que se hace en el caladero nacional Cantábrico Noroeste, para actuar en consecuencia.

Comer todos los días, sí, pero no hastiarse de tanto engullir aire.