El ministro de Agricultura y Pesca, Luis Planas no es, ni mucho menos, nuevo en el oficio. En cualquiera de ambos ámbitos, sabe de qué se habla. Y por esto me choca sobremanera su apoyo "a las reivindicaciones del sector agrario" a la que vez que "reitera el compromiso del Gobierno para buscar soluciones dialogadas". Que está bien, muy bien que lo haga, pero no en detrimento del sector pesquero al que para nada se ha referido en los últimos tiempos a pesar de la penuria en la que vive tradicionalmente y que, como el lector conoce, le está llevando en Galicia a la exportación de sus mejores barcos. Porque exportación y no otra cosa es "colocar" barcos hasta ahora con base en puertos gallegos en dársenas de otras comunidades autónomas del Cantábrico. ¿O es que el ministro Planas no se ha enterado de lo que está aconteciendo en Galicia, comunidad en la que sus armadores optan por cambiar la base de sus embarcaciones para que estas tengan posibilidades de pescar y ellos, los armadores, disponibilidades económicas para sobrevivir y pagar las nóminas y la Seguridad Social de sus tripulantes?

Porque la diferencia entre los problemas de la agricultura y los de la pesca es mínima, lo diga Agamenón o su porquero: si el agricultor no puede sobrellevar la carga económica de cultivar a beneficio cero, otro tanto ocurre al marinero o pescador que, con solo abandonar el puerto la embarcación de cuya tripulación forma parte, esta entra ya en pérdidas. Los seguros cuestan, los salarios se generan (a pesar de que, efectivamente, se cobra "a la parte") de inmediato; el combustible cuenta, y mucho, a la hora de rentabilizar la faena; la inseguridad de la respuesta al deseo de pescar impide una programación adecuada de los gastos a afrontar... y así hasta una larguísima lista que el ministro Planas conoce exhaustivamente pero que no comenta no sé por qué.

Da la razón el ministro a las demandas de los agricultores. Estos se han echado a la calle en distintos lugares de España y volverán a hacerlo en otros muchos con sus tractores o sin ellos. Los pescadores no pueden poner en tierra sus barcos y parecen tener miedo a expresar sus desacuerdos con una situación endémica que, en la familia del mar, no crea sino descontento, maldormir y hambre. ¿No sabe esto el ministro Planas? Pues debería saberlo y solidarizarse, del mismo modo que lo ha hecho con los agricultores, con aquellos que viven (y es un decir) de la pesca.

¿No hay apoyo al sector pesquero, señor ministro? ¿Dónde están las soluciones dialogadas para aquellos que no han hecho otra cosa en su vida que dialogar hasta la extenuación porque no saben hacer otra cosa y ni siquiera disponen de unos sindicatos que los movilicen calle arriba, calle abajo, de babor a estribor en los puertos o, como se ha hecho en más de una ocasión en Galicia y el País Vasco, bloqueando las dársenas, inmovilizando estas hasta lograr que en el ministerio se sienten a dialogar con el culo prieto para lograr al menos una declaración de apoyo a sus reivindicaciones y lograr el apoyo del Gobierno a unas soluciones pactadas?

¿Es tan difícil ir de la mano de los pescadores una vez que lo hacen de la de los agricultores?